Repasa Éxodo 25:10 a 30:38. ¿Cuán específico fue Dios cuando le pidió a Moisés que construyera un Tabernáculo de adoración? ¿Qué nos dice esto sobre el carácter de Dios?________________________________________
Cuando Dios le indicó a Moisés que construyera un tabernáculo “para él”, Moisés podría haber dicho: “¡No hay problema, Señor! Estuve armando tiendas desde que me escapé de Egipto hace cuarenta años… ¡Solo dame un minuto!” Para cualquier hombre que viviera en la cultura madianita seminómade de la época, armar una carpa era algo sencillo. Podría haberlo hecho con los ojos vendados, por reflejo, con la mente en otras cosas mucho más importantes. Lo que Moisés quizá no se esperaba era un conjunto de planos muy detallados (que, por lo demás, era una estructura arquitectónica muy sencilla), más una larga lista de cómo fabricar cada mueble del interior, al igual que las prendas sacerdotales: casi 150 instrucciones punto por punto. Para construir una mesa sencilla, por ejemplo, Moisés tuvo que seguir un procedimiento de ensamblaje de siete pasos (Éxo. 25:23–30).
La atención al detalle que Dios mostró en la construcción de su Tabernáculo (como así también más adelante en las instrucciones para los rituales sacrificiales) muestra un espíritu predominante de excelencia, un deseo de producir nada menos que una obra maestra. Los materiales eran de la más alta calidad, el diseño era impecable, el trabajo tenía que ser sobresaliente: el mensaje era claro: “¡Con Dios, no se acepta el trabajo chapucero!” Sin embargo, aunque la norma parecía ser elevada, fue Dios mismo quien proporcionó no solo el ímpetu sino también los recursos humanos para alcanzarla. Leemos, en Éxodo 31:1 al 6 y 35:30 al 36:1, que Dios mismo le dio al pueblo las habilidades necesarias. Estos hombres fueron llenos “del Espíritu”, lo que les dio habilidad y conocimiento en todo tipo de artesanías, para que la construcción del Tabernáculo y sus muebles avanzara como “ha mandado Jehová” (Éxo. 36:1). Además, los mismos dos maestros diseñadores también fueron dotados para “que pueda[n] enseñar” (35:34), de modo que su conocimiento y su habilidad continuaran dentro de la comunidad israelita. Aunque en la historia se señala a ambos como los líderes elegidos por Dios, hubo otros que recibieron dones similares y se sumaron a la obra (36:2).
Por lo tanto, no es una excusa válida el hecho de que seamos seres humanos y pecaminosos para encarar alguna tarea sin la máxima dedicación. Dios espera que siempre nos desempeñemos de la mejor manera, aprovechando nuestros talentos, habilidades, tiempo y educación para grandes causas.
Lección de Escuela Sabática Para Adultos 2020. 4to. trimestre 2020 “LA EDUCACIÓN” Lección 11 «EL CRISTIANO Y EL TRABAJO« Colaboradores: Eunice Castañón & Guadalupe Cortez