En la ciencia verdadera no puede haber nada que sea contrario a la Palabra de Dios porque ambas tienen el mismo Autor. Un entendimiento correcto de ambas siempre confirmará que están en armonía la una con la otra. La verdad, bien sea en la naturaleza o en la revelación, está en armonía consigo misma en todas sus manifestaciones. Pero la mente que no está iluminada por el Espíritu de Dios siempre estará en tinieblas con respecto a su poder. Esta es la razón por la cual las ideas humanas acerca de la ciencia muy a menudo contradicen las enseñanzas de la Palabra de Dios (Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 269).
En las lecciones que se obtienen directamente de la naturaleza hay una sencillez y una pureza que las hace del más elevado valor.
Todos necesitan las enseñanzas que se han de sacar de esta fuente. Por sí misma, la hermosura de la naturaleza lleva al alma lejos del pecado y de las atracciones mundanas y la guía hacia la pureza, la paz y Dios. Demasiado a menudo las mentes de los estudiantes están ocupadas por las teorías y especulaciones humanas, falsamente llamadas ciencia y filosofía. Necesitan ponerse en íntimo contacto con la naturaleza. Aprendan ellos que la creación y el cristianismo tienen un solo Dios. Sean enseñados a ver la armonía de lo natural con lo espiritual. Conviértase todo lo que ven sus ojos y tocan sus manos en una lección para la edificación del carácter. Así las facultades mentales serán fortalecidas, desarrollado el carácter, y ennoblecida la vida toda (Palabras de vida del gran Maestro, p. 14).
La naturaleza es un poder, pero el Dios de la naturaleza es ilimitado en poder. Sus obras manifiestan su carácter. Los que lo juzgan por las obras de sus manos, y no en base a las suposiciones de los grandes hombres, verán su presencia en todas las cosas. Contemplan su sonrisa en el alegre brillo del sol, y su amor y cuidado por el hombre en los ricos campos del otoño. Aun los adornos de la tierra, como se observa en la hierba de vivo verdor, en las hermosas flores de todo matiz y en los altos y variados árboles del bosque, testifican acerca del cuidado tierno y paternal de nuestro Dios, y de su deseo de hacer felices a sus hijos.
El poder del gran Dios se ejerce en favor de los que lo temen. Escuchad las palabras del profeta: «¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán». Isaías 40: 28-31 (Mensajes selectos, t. 3, pp. 354, 355).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2020.
4to. trimestre 2020 “COMO INTERPRETAR LA BIBLIA”
Lección 10: «LA EDUCACIÓN ARTÍSTICA Y CIENTÍFICA»
Colaboradores: Rosalyn Angulo & Esther Jiménez A