«No empleen un lenguaje grosero ni ofensivo. Que todo lo que digan sea bueno y útil, a fin de que sus palabras resulten de estímulo para quienes lo oigan». Efesios 4:29, NTV
Durante la segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se preocupaban por los espías; y tenían buenas razones para hacerlo. De tanto en tanto escabullían a la costa estadounidense al amparo de la oscuridad y desembarcaban en a nazis que hablaban inglés. Había afiches publicitarios que le solicitaban a los estadounidenses que no repitieran nada de lo que supieran de los planes de guerra. Los agentes enemigos podían llegar a escuchar información y usarla para planear mejor sus ataques para los barcos y las tropas.
El afiche más famoso decía: «El pez por la boca muere». Los británicos tenían uno similar que decía:» ¡Calláte! Las charlas descuidadas cuestan vidas «. Incluso los alemanes dieron el mismo mensaje en un afiche que, básicamente, decía: «Debería darte vergüenza, bocón!».
Las conversaciones imprudentes todavía causan daño. Durante el recreo, Averil se sentó con algunos amigos en la entrada del colegio. Terminaron hablando de Ethan, y Averil no podía esperar para desahogarse. «O sea… nunca se calla».
Nadie mostraba estar de acuerdo con ella. Parecía que miraban en dirección a ella, pero sin decir nada. Lo cual estaba bien, porque ella tenía más para decir. «Nunca puedes tener una conversación inteligente con él porque todo lo que sale de su boca es totalmente estúpido. Es tan molesto como una manada de mosquitos.
«Y también está parado detrás de ti», le dijo Eric.
Hubo una pausa incómoda. Averil se puso roja de vergüenza y comenzó a balbucear sobre lo malo de escuchar a escondidas.
«Los mosquitos no andan en manadas», dijo Ethan suavemente, y siguió caminando para entrar al colegio.
Quizá no te asombre escuchar que Averil y Ethan nunca se llevaron bien después de eso. Las palabras hirientes tienden a llegar a la persona de la que estás hablando más rápido de lo que esperarías. Por eso es una buena idea callarse cuando estás tentado a criticar a alguien. Recuerda: el pez por la boca muere.