«Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron». Apocalipsis 21:1. El fuego que consume a los impíos purifica la tierra. Desaparece todo rastro de maldición …
Solo queda un recuerdo: Nuestro Redentor llevará siempre las señales de su crucifixión. En su cabeza herida, en su costado, en sus manos y en sus pies se ven las únicas huellas de la obra cruel efectuada por el pecado … En sus manos y su costado heridos, de donde manó la corriente purpurina que reconcilió al hombre con Dios, allí está la gloria del Salvador, «allí mismo está el escondedero de su poder». «Poderoso para salvar» por el sacrificio de la redención, fue por consiguiente fuerte para ejecutar la justicia para con aquellos que despreciaron la misericordia de Dios. Y las marcas de su humillación son su mayor honor; a través de las edades eternas, las llagas del Calvario proclamarán su alabanza y declararán su poder …
Cuando las naciones de los salvos miren a su Redentor y vean la gloria eterna del Padre brillar en su rostro; cuando contemplen su trono, que es desde la eternidad hasta la eternidad, y sepan que su reino no tendrá fin, entonces prorrumpirán en un cántico de júbilo: ¡Digno, digno es el Cordero que fue inmolado, y nos ha, redimido para Dios con su propia preciosísima sangre!» (Maranata: el Señor viene, pp. 373, 374).
Todos los tesoros del universo se ofrecerán al estudio de los redimidos de Dios. Libres de las cadenas de la mortalidad, se lanzan en incansable vuelo hacia los lejanos mundos -mundos a los cuales el espectáculo de las miserias humanas causaba estremecimientos de dolor, y que entonaban cantos de alegría al tener noticia de un alma redimida. Con indescriptible dicha los hijos de la tierra participan del gozo y de la sabiduría de los seres que no cayeron. Comparten los tesoros de conocimientos e inteligencia adquiridos durante siglos y siglos en la contemplación de las obras de Dios. Con visión clara consideran la magnificencia de la creación- soles y estrellas y sistemas planetarios que en el orden a ellos asignado circuyen el trono de la Divinidad. El nombre del Creador se ,encuentra escrito en todas las cosas, desde las más pequeñas hasta las más grandes, Y en todas ellas se ostenta la riqueza de su poder (El hogar cristiano;p. 497).
La ciencia de la redención es la más grande de todas las ciencias; es la que estudian los ángeles y todos los seres de los mundos no caídos; es la ciencia que interesa al Señor y Salvador, y penetra en los propósitos madurados en la mente infinita, mantenidos en silencio durante siglos eternos; es la ciencia que estudiarán los redimidos en el curso de la eternidad. Este es el estudio más elevado a que puede dedicarse un ser humano. Como ningún otro, avivará la mente y elevará el alma…
El estudio de la encarnación de Cristo, su sacrificio expiatorio y su obra mediadora, ocuparán la mente del alumno diligente mientras dure el tiempo; y al pensar en el cielo y los siglos innumerables, exclamará: «Grande es el misterio de la piedad» (Maranata: el Señor viene, p. 376).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2020.
4to. trimestre 2020 “COMO INTERPRETAR LA BIBLIA”
Lección 13: «EL CIELO, LA EDUCACIÓN Y EL ETERNO APRENDIZAJE»
Colaboradores: Rosalyn Angulo & Esther Jiménez