“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).
“Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre” (Hebreos 13:15)
MENSAJE Jesús nos dio el don de la salvación; nosotros le damos el regalo de nosotros mismos.
“¿Qué te regalaron para Navidad?” es una pregunta que habrás escuchado muchas veces. Y es posible que también la hayas hecho en diversas ocasiones. La próxima vez que alguien te lo pregunte, hazte tú mismo esta pregunta: “¿Qué he dado yo?” (Textos clave y referencias: Juan 3:16, 17; Lucas 1; 2; Mateo 1; 2; El camino a Cristo, pp. 67-75; El Deseado de todas las gentes, cap. 18, pp. 155-159.)
¿Qué puedo regalarle yo, que soy tan pobre?: Si fuera un pastor le daría un cordero. Si fuera un mago, haría mi parte. ¿Qué puedo regalarle? ¡Le daré mi corazón! —leyó Clara.
—Ya pasó la Navidad, de modo que no hablemos más de regalos —dijo Sunil a Javier en tono burlón. —Gracias, Clara —dijo la maestra de Biblia—. Sunil y Javier, ¿tienen alguna pregunta? —No, señora Álvarez —contestó Sunil—. Solo comentábamos sobre la poesía. Después de todo, la Navidad ya pasó. —Precisamente por eso quise compartir estos versos con ustedes —explicó la maestra—. Pensando en lo que hemos aprendido en las últimas semanas, ¿qué nos dice esta poesía? —Que el autor no ahorró dinero para comprar regalos —dijo Sunil en son de burla. —¿Alguien más quiere decir algo? —preguntó la señora Álvarez.
Clara levantó la mano. —¿Sí, Clara? —dijo la maestra. —Estos versos se refieren a Jesús —explicó Clara—. El pastor representa a los que visitaron a Jesús la noche cuando nació. El mago era uno de los tres que fueron para adorarle. —Gracias Clara. ¿Puede alguien decirme qué llevaron esos visitantes a Jesús? Clara volvió a levantar la mano. —La Biblia no dice nada acerca de lo que los pastores le llevaron al bebé Jesús —afirmó Clara. Javier levantó la mano. —Todos sabemos que los magos llevaron tres regalos —dijo Javier. Sus compañeros soltaron la risa. —Pero de todos modos llevaron lo mismo que los pastores —dijo Sunil. —¿Puedes explicar en qué sentido llevaron lo mismo? — preguntó la señora Álvarez. —Los pastores son como el autor de la poesía. Eran tan pobres que ni siquiera pudieron llevarle un poquito de lana, y mucho menos un cordero —la clase se rió y Sunil continuó—. Pero dieron a Dios toda su atención. Cuando los ángeles les dijeron que fueran, ellos fueron. Tenían fe en que el bebé era el Mesías. —Aunque los magos llevaron regalos que María y José podían usar para comprar comida y ropa para el bebé, su verdadero regalo para Jesús fue que recorrieron todo ese camino para adorarle —dijo Javier con una sola respiración. —Eso estuvo muy bueno, ¡gracias! —dijo sonriente la señora Álvarez. Javier suspiró e inclinó la cabeza. Todos se rieron y aplaudieron. —Volvamos al poema —continuó la maestra. —Yo puedo decir algo —dijo Sunil—.
Aunque no tengamos mucho dinero ni otras cosas, todavía podemos darnos a nosotros mismos a Jesús. —Y aunque tengamos mucho para dar a Jesús, de todos modos necesitamos darnos a nosotros mismos —agregó Clara. —Y nada que hagamos podrá cambiar eso —explicó Sunil. —Sunil y Clara —dijo la señora Álvarez con una sonrisa—, ustedes acaban de describir lo que es la gracia. Javier levantó la mano. —¿Sí, Javier? —le dijo la maestra. —¿Pero cómo puede uno darse a sí mismo? ¿Tenemos que envolvernos en papel de regalo? —¿Alguien tiene una idea en la clase? —preguntó la maestra. —Me imagino que es algo así como comer —dijo Javier sonriendo—. Tienes que hacerlo todos los días si quieres mantenerte vivo. —Correcto, Javier. Entregarte a Jesús no es algo que se hace una sola vez. Es algo que tiene que suceder cada día. Sunil, ¿quisieras leer esto? —preguntó la maestra entregándole una tarjeta. —Seguro que sí, maestra —dijo Sunil y leyó: “Oración matutina: Querido Señor, tómame hoy como totalmente tuyo. Te entrego todos mis planes. Úsame para servir a otros. Quédate conmigo y muéstrame cómo debo hacerlo todo con tu poder. Amén”. La señora Álvarez empezó a distribuir unas tarjetas por todas las filas a todo aquel que quería una. —Esta es una buena oración para cada día del nuevo año —comentó Javier, tomando una.
Lección de Escuela Sabática para MENORES. 4to. trimestre 2020 Lección 13: «EL GRAN INTERCAMBIO DE REGALOS» Colaboradores: Danna Valero & Antonio Orellana