Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. ISAÍAS 6: 1
No podemos ni siquiera imaginar lo que vio Isaías. De repente, Dios invadió su mundo. El profeta no lo esperaba, pero Dios se le acercó. En eso consiste el hecho de que Dios se revele a sí mismo: Dios entra en nuestro mundo. Toma la iniciativa, se mueve primero, busca primero, llama primero, llega primero. Cuando lo encontramos, descubrimos que ha estado buscándonos todo el tiempo. Dios toma la iniciativa y se acerca a nosotros. ¿Cómo ocurre este portento? No lo sabemos; lo que importa es que ocurre.
Isaías no describe a Dios. Vio su trono, su manto; pero no podía ver la pura esencia de la Majestad del cielo. Lo primero que vio Isaías fue el impresionante trono de Dios, símbolo del gobierno absoluto y soberano del Todopoderoso, creador, preservador, sus-tentador y controlador del universo.
El drama de la historia del pecado no terminará por accidente. Llegará a su conclusión por decisión divina. Dios está en el centro de control del tiempo, del espacio y de la eternidad. Es Rey de reyes y Señor de señores. Pese a ser tan inmensos sus dominios, Dios conoce hasta tu dirección y tu código postal. Le preocupa personalmente todo lo que te preocupa a ti. Todo lo que haces es importante para él.
A veces pensamos que Dios es un Señor ausente del planeta Tierra. Hay quienes creen que Dios creó el mundo y luego lo dejó a la deriva, abandonado a su propia suerte. Pero eso es una acusación y una calumnia. Dios se interesa en nosotros. Conoce nuestro pesar, nuestro dolor, la crisis que afrontamos. Influye para que todas las cosas redunden en bien de los que lo aman.
Hoy te invita a mirar hacia su trono y reconocer que todavía mantiene el control de todas las cosas. Está en su trono alto y sublime, por encima de todas las cosas: por encima de esa enfermedad incurable, del problema cardíaco, del cáncer, de ese diagnóstico que te angustia, de la muerte, de esa hipoteca que te desespera, de esos enemigos que te amenazan, de ese juez que decidirá tu caso, de esa tentación que no puedes vencer, de ese pecado que ha manchado tu vida y te ha hecho prisionero de la culpa.
Acepta y sigue hoy el consejo bíblico: «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (Heb. 4: 16)
Tomado de: Lecturas Devocionales Familiares 2020
«Siempre Gozosos: Experimentando el amor de Dios»
Por: Juan O Perla
Colaboradores: José Luc & Silvia García