«Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, todas vosotras, lucientes estrellas.
Alabadlo, cielos de los cielos
y las aguas que están sobre los cielos.
Alaben el nombre de Jehová,
porque él mandó, y fueron creados.
Los hizo ser eternamente y para siempre;
les puso ley que no será quebrantada».
Salmo 148: 3-6
EL SOL, LA LUNA, las estrellas, las rocas perennes y el arrollo que corre el amplio y agitado océano, enseñan lecciones que todos harían bien en aprender.— Consejos para los maestros, cap. 25, p. 182.
La naturaleza está llena de las lecciones del amor de Dios. Correctamente comprendidas, esas lecciones conducen al Creador. Llevan de la naturaleza al Dios de la naturaleza, enseñando aquellas sencillas y santas verdades que purifican la mente, y la ponen en íntima relación con Dios.
El gran Maestro ordena a la naturaleza que refleje la luz que inunda el umbral del cielo, para que hombres y mujeres puedan ser inducidos a obedecer eu Palabra. Y la naturaleza cumple la orden del Creador. Para el corazón enternecido por la gracia de Dios, el sol, la luna, las estrellas, los majestuosos árboles, las flores del campo, emiten su palabra de consejo y advertencia. La siembra de la semilla recuerda a la mente la siembra espiritual. El árbol se yergue y declara que un buen árbol no puede llevar malos frutos, ni un árbol malo llevar buenos frutos. […] A medida que Cristo nos da el significado de los elementos que forman parte de la naturaleza, la ciencia de la verdadera religión irradia y explica la relación que tiene la ley de Dios con el mundo natural y el espiritual.
La golondrina y la cigüeña obedecen a los cambios de las estaciones. Migran de un país a otro para hallar un clima adecuado a su conveniencia y bienestar según el Señor quiso que lo hicieran. Son obedientes a las leyes que gobiernan sus vidas. Pero los seres formados a la imagen de Dios no le honran obedeciendo las leyes de la naturaleza— Ibíd., pp. 180-181.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «PARA FAMILIARIZARNOS CON LAS OBRAS DE DIOS» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez