«En los que fraguan el mal habita el engaño, pero hay gozo para los que promueven la paz». Proverbios 12:20
Los transeúntes que circulaban temprano por la autopista en dirección a Londres no podían creer lo que veían. El cielo estaba comenzando a cambiar de negro a violeta, y podían ver un platillo volador brillante. Los conductores paraban a la vera del camino para observar mejor. La extraña nave parecía estar descendiendo lentamente sobre la ciudad.
Los ciudadanos preocupados llamaron a la policía; el ejército estaba al tanto, y las estaciones radiales y televisivas informaban sobre el objeto volador no identificado. Cuando el platillo aterrizó en un estadio de fútbol, la policía lo rodeó. Se mantenían a una distancia prudencial. Finalmente, convencieron a uno de los hombres para que se acercara. El valiente oficial se acercó con su porra en la mano. Una puerta de la nave se abrió muy lentamente, y comenzó a salir vapor de adentro. Una figura pequeña, vestida de plateado, salió y camino hacia el oficial de policía que, sin dudarlo, dio media vuelta y salió corriendo en dirección contraria.
El platillo resultó ser un globo aerostático que Richard Branson, el dueño de una discográfica, diseñó especialmente para que se asemejara a un ovni. El alienígena era un enano disfrazado y el vapor era hielo seco.
Richard pensó que su broma del día de los inocentes era graciosa; pero a la policía no le cayó en gracia… al menos no al principio. Branson dice: «Al principio, a los policías no les pareció gracioso y amenazaron con arrestarnos por hacerles perder tiempo. Pero pronto se sumaron a la diversión».
Algunas bromas no son graciosas para todos. Otras son planeadas con malicia para lastimar o avergonzar a las personas. Si hoy participas de algunas bromas del día de los inocentes, asegúrate de que sean del primer tipo. Al igual que el ovni del señor Branson, haz que termine bien para todos. Y, a diferencia del ovni, asegúrate de que no involucre a la policía.