Si como iglesia nos proponemos seriamente ser una fuerza para la educación cristiana, es imperativo que comencemos con Jesús. Jesús llamó a los discípulos. Los entrenó para misionar caminando con ellos. Jesús les brindó la oportunidad de relacionarse con la gente que debían cuidar y amar. Y diariamente Jesús los desafiaba con su visión de lo que podría ser este mundo cuando las personas comienzan a tratarse como hermanos y hermanas.
Lee Lucas 4:18 al 23. ¿Cuál es el mensaje de Cristo para todos los que somos sus seguidores?
Durante tres años, los discípulos observaron cómo Jesús, su Maestro, hacía realidad los ideales del Reino, ideales anunciados en su primer sermón en la sinagoga de Nazaret. El perdón, la gracia y el amor iban de la mano con la soledad, el compromiso y las dificultades. Si había una lección que
aprender, era la lección de que el discipulado no es algo que uno se toma a la ligera. Eres un discípulo de por vida, no solo por un día. “El mandato que dio el Salvador a los discípulos […] incluye a todos los creyentes en Cristo hasta el fin del tiempo. […] A todos los que les llegó la inspiración celestial reciben el evangelio como cometido. A todos los que reciben la vida de Cristo se les ordena trabajar para la salvación de sus semejantes. La iglesia fue establecida para esa obra, y todos los que toman sus votos sagrados se comprometen por ese acto a ser colaboradores con Cristo” (DTG 761). Como discípulos de Jesús, hoy debemos asegurarnos de que Jesús sea siempre el centro de nuestra comunión y de nuestra adoración. Es bueno recordar que fue Jesús quien inventó el discipulado. Aunque los rabinos de su época atraían seguidores, fue Jesús quien llamó a hombres y mujeres a seguirlo. Los rabinos nunca podrían haberse imaginado un llamado tan radical como para sugerir que estar con Jesús era más importante que todos sus mandatos. Y, como discípulos de Jesús, no solo mostramos respeto por todas las personas; además trabajaremos para proveer el tipo de lugar donde todos puedan crecer y desarrollarse. Por lo tanto, toda educación cristiana debe incluir este sentido de misión, de propósito, no solo para ganarse el sustento sino para hacer en nuestra propia esfera lo que Jesús nos llama a hacer: seguir sus pasos al suplir las necesidades de los necesitados y compartir con ellos las buenas nuevas del evangelio.
Lección de Escuela Sabática Para Adultos 2020. 4to. trimestre 2020 “LA EDUCACIÓN” Lección 9 «LA IGLESIA Y LA EDUCACIÓN« Colaboradores: Eunice Castañón & Guadalupe Cortez