Únicamente se les dará luz a las almas que están buscando fervientemente la luz y que aceptan con alegría todo rayo de iluminación divina procedente de su santa Palabra. Es mediante esas almas que Dios revelará esa luz y poder que iluminará toda la tierra con su gloria.—Testimonies for the Church 5:729 (1889).
Lo que se necesita es disciplina de espíritu y limpieza de corazón y pensamiento. Esto es de más valor que el talento brillante, el tacto o el conocimiento. Una mente corriente, educada para obedecer un “Así dice el Señor”, está mejor calificada para la obra de Dios que aquellos que tienen aptitudes, pero que no las emplean correctamente.—The Review and Herald, 27 de noviembre de 1900.
Los obreros serán calificados más bien por la unción de su Espíritu que por la educación en institutos de enseñanza. Habrá hombres de fe y oración que se sentirán impelidos a declarar con santo entusiasmo las palabras que Dios les inspire.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 664 (1911).