Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? MATEO 6: 25
El Nuevo Testamento contiene muchas enseñanzas preciosas para nuestra edificación. Lo mejor de todo, naturalmente, es el propio evangelio, la buena nueva de la salvación obrada por Cristo mediante su vida inmaculada y su muerte redentora en la cruz por nuestros pecados. De esa salvación consumada se deriva una serie de consecuencias para los hijos de Dios así beneficiados por la gracia divina. Una de esas consecuencias, que es una de las cosas más admirable de Jesús y de su reino, es que el Señor no quiere que sus seguidores estén ansiosos. El estilo de su gobierno es totalmente opuesto al de los reyes humanos. La historia nos enseña que, en general, los gobernantes terrenos han encontrado eficaz el mantener a sus súbditos en constante ansiedad. Saben que si las personas se afanan por su vida y por saber de dónde vendrá su próxima comida, serán más obedientes y estarán sujetas al control de su amo para obtener de su almacén el alimento que necesitan.
Jesús no busca asegurar la lealtad ni el servicio de los súbditos de su reino infundiéndoles temor y ansiedad. Procura desarraigar de sus vidas todo afán. Su mensaje es: «Por nada estéis afanosos. Estad quietos, no temáis. En quietud seréis salvos».
El objetivo de su reino es librarnos de todo afán. Él no necesita mantenernos ansiosos para establecer su poder y su superioridad. Estos son intocables e invencibles. En vez de eso, Jesús pone de manifiesto su poder y superioridad quitando nuestro afán.
El afán no lleva a ninguna parte. No hace ningún bien. Cualquiera que sea el problema que nos haga sentirnos ansiosos, podemos estar seguros de que nuestra ansiedad no lo reducirá; solo hará que nos sintamos muy mal mientras tratamos de resolverlo. Así que no nos afanemos. Es inútil.
¿Te preocupa pensar en tu vida? ¿En la posibilidad de una enfermedad? ¿En el diagnóstico médico? ¿Te preocupa la necesidad que tu familia tiene de alimento, de estudio, de ropa? No te afanes por ello. En lugar de afanarte, haz a Dios el Rey de esos asuntos. O sea, entrega la situación a su poder de Rey y haz su voluntad de forma piadosa, con la plena confianza que de que él trabajará por ti y satisfará todas tus necesidades.
Cree en la realeza de tu Padre celestial. Tú no necesitas afanarte por nada.
Tomado de: Lecturas Devocionales Familiares 2020
«Siempre Gozosos: Experimentando el amor de Dios»
Por: Juan O Perla
Colaboradores: José Luc & Silvia García