«Yo soy tu Dios y te pondré a salvo. Yo soy el Dios santo de Israel. Israel, yo te amo; tú vales mucho para mí. Para salvarte la vida y para que fueras mi pueblo, tuve que pagar un alto precio. Para poder llamarte mi pueblo, entregué a naciones enteras, como Sabá, Etiopía y Egipto. No tengas miedo; yo siempre estaré contigo. No importa dónde estés, yo te llamaré y te haré volver a tu tierra, y volverás a ser mi pueblo». Isaías 43: 3-5, TLA
PODEMOS REGOCIJARNOS en la esperanza. Nuestro Abogado está en el santuario celestial intercediendo por nosotros. Por sus méritos tenemos perdón y paz. Murió para poder lavar nuestros pecados, revestirnos de su justicia, y hacernos idóneos para la sociedad del cielo, donde podremos morar para siempre en la luz. […]
Nadie puede liberarse por sí mismo del poder del tentador; pero Satanás tiembla y huye cuando nosotros nos aferramos a los méritos de la preciosa sangre de Cristo. ¿Despreciaremos, siendo ingratos, las bendiciones que Jesús nos concede? […] No causemos pues, con nuestra incredulidad, ni siquiera por un momento, dolor al corazón de nuestro compasivo Salvador. Él está siempre atento a nuestro progreso en el camino hacia el cielo viendo nuestros más fervientes esfuerzos; observando nuestros altos y nuestros bajos, nuestras esperanzas y nuestros temores, nuestros tropiezos y nuestras victorias.— Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 296-297, adaptado.
El Salvador anhela manifestar su gracia e imprimir su carácter en el mundo entero. Es su posesión comprada, y anhela hacer a los seres humanos libres, puros y santos. Aunque Satanás actúa para impedir este propósito, por la sangre derramada para el mundo hay triunfos que han de lograrse y que reportarán gloria a Dios y al Cordero.— El Deseado de todas la gentes, cap. 86, p. 783.
A fin de conquistar al ser humano y asegurar su eterna salvación, Cristo dejó las cortes celestiales, y vino a esta tierra, soportó las agonías del pecado y la vergüenza en nuestro lugar, y murió para concedemos la libertad.— Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 578.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «PARA FAMILIARIZARNOS CON LO QUE DIOS NOS OFRECE» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez