«Nadie puede salvar a nadie, ni pagarles a Dios rescate. […] Nadie vive para siempre sin llegar a ver la fosa. Nadie puede negar que todos mueren, que sabios e insensatos perecen por igual. Pero Dios me rescatará de las garras del sepulcro y con él me llevará». Salmo 49: 7-15, NVI
ENTRE LAS OSCILACIONES de la tierra, las llamaradas de los relámpagos y el fragor de los truenos, el Hijo de Dios llama a la vida a los santos dormidos. Dirige una mirada a las tumbas de los justos, y levantando luego las manos al cielo, exclama: «¡Despierten, despierten, despierten, los que duermen en el polvo, y levántense!» (Dan. 12: 1-3). Por toda la superficie de la tierra, los muertos oirán esa voz; y los que la oigan vivirán. Y toda la tierra resonará bajo las pisadas de la multitud extraordinaria de todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos. De la prisión de la muerte salen revestidos de gloria inmortal gritando: «¿Dónde está, muerte, tu aguijón? ¿Dónde, sepulcro, tu victoria?» (1 Cor. 15: 55). Los justos vivos unen sus voces a las de los santos resucitados en prolongada y alegre aclamación de victoria. […]
Todos salen de sus tumbas de igual estatura que cuando en ellas fueran depositados. Adán, que se encuentra entre la multitud resucitada, es de soberbia altura y formas majestuosas, de porte ligeramente inferior al del Hijo de Dios. Presenta un contraste considerable en comparación a los hombres de las generaciones posteriores, por lo que destaca la gran degeneración de la raza humana. Pero todos se levantan con la lozanía y el vigor de eterna juventud. […] La forma mortal y corruptible, desprovista de gracia, manchada en otro tiempo por el pecado, se vuelve perfecta, hermosa e inmortal.— El conflicto de los siglos, cap. 41, p. 627.
Volverán a unirse los eslabones de la familia. Cuando miramos a nuestros muertos, podemos pensar en la mañana en que la trompeta de Dios resonará, cuando «los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados» (1 Cor. 15: 52). Aún un poco más, y veremos al Rey en su hermosura.— El Deseado de todas las gentes, cap. 69, p. 602.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «PARA FAMILIARIZARNOS CON LO QUE DIOS NOS OFRECE» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez