Muchos de los que oigan el mensaje—la inmensa mayoría—no creerán la solemne amonestación. Muchos serán hallados desleales a los mandamientos de Dios, que son una prueba del carácter. Los siervos de Dios serán llamados fanáticos. Los ministros aconsejarán al pueblo a no escucharlos. Noé recibió el mismo trato cuando el Espíritu de Dios lo impulsaba a dar el mensaje, ya fuera que los hombres lo oyeran o no.—Testimonios para los Ministros, 233 (1895).
Algunos escucharán esas amonestaciones, pero la gran mayoría no les prestará atención.—En Lugares Celestiales, 345 (1897).
Los ministros populares, como los fariseos de antaño, airándose al ver que se pone en duda su autoridad, denunciarán el mensaje como si viniese de Satanás e incitarán a las multitudes dadas al pecado a que injurien y persigan a los que lo proclaman.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 665 (1911).