«Como el siervo suspira por la sombra o como el jornalero espera el salario de su trabajo, así yo he recibido meses de desengaño y noches de sufrimiento me tocaron en suerte» (Job 7: 2-3).
En términos contemporáneos podríamos decir que Job es el participante forzoso de un estudio experimental para satisfacer la curiosidad de Satanás: ¿Maldecirá Job a su Creador si le aplicamos suficiente presión? Job pierde de forma trágica a sus diez hijos, sus criados, sus animales de carga, sus rebaños y sus casas. En una segunda fase, Satanás le transmite una llaga maligna que le afecta todo el cuerpo. Su esposa y sus mejores amigos se vuelven contra él. Sin embargo, ante tanta prueba Job no pecó ni atribuyó a Dios despropósito al uno (Job l: 22; 2: IO).
A pesar de su fidelidad, a Job Fe tocó sufrir. El versículo de hoy denota un dolor profundo y persistente, «meses de desengaño y noches de sufrimiento». Uno de los pasajes más duros es su deseo de muerte: «¡Quién me concediera que se cumpliese mi petición, que Dios me otorgara lo que anhelo: que agradara a Dios destruirme, que soltara su mano y acabara conmigo!» (Job 6: 8-9).
La vida de Job nos enseña una lección fundamental para comprender los sinsentidos de la vida. A diferencia de otros escogidos de Dios (como el rey David, quien frecuentemente sufrió las consecuencias de sus propios errores), Job recibe daños extremos y además injustos. Es cierto que, como ser humano, Job habría errado en algo, pero las características predominantes eran su bondad, su fidelidad y su obediencia a Dios (l: l).
¿Por qué Job tuvo que sufrir de forma injusta? Es una pregunta muy difícil de responder. He conocido (J) personas que, siendo fieles a Dios, han recibido desgracias desproporcionadas. Pienso en Cliff, un profesor que se ofreció voluntario para servir en un país remoto y una de las vacunas le provocó una reacción que lo dejó sin función en las piernas permanentemente. Pienso en Pedro, un pastor capacitadísimo, que sufrió cáncer de pulmón sin haber fumado en su vida. Y en Marcela, una ama de casa bondadosa, quien tuvo que encajar el penoso diagnóstico y duro tratamiento del cáncer de mama a los cuarenta años. Muchas veces se preguntaron por qué. La historia de Job, aunque incomprensible en muchos aspectos, nos da a entender el conflicto cósmico en el que estamos inmersos.
Es esperanzador saber que <<Jehová bendijo el postrer estado de Job más que el primero…» (Job 42: 12). Pero aunque esto no ocurra en vida, recordemos siempre que Dios ofrece la solución final: a mí y sed salvos!» (Isaías 45:22).
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020
«Buena Medicina es el Corazón Alegre»
Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Paty Solares