«HACE OCHO DÉCADAS Y SIETE AÑOS NUESTROS PADRES GESTARON, EN ESTE CONTINENTE, UNA NUEVA NACIÓN, CONCEBIDA EN LIBERTAD Y DEDICADA AL POSTULADO DE QUE TODOS LOS HOMBRES SON CREADOS IGUALES». ABRAHAM LINCOLN
“No se quejen unos de otros, hermanos, para que no sean juzgados. ¡El juez ya está a la puerta!» (Sant. 5:9)
En 1863, el presidente estadounidense Abraham Lincoln fue invitado a hacer un pronunciamiento en la dedicación de un cementerio nacional el sitio donde había tenido lugar la batalla de Gettysburg. Él no era el orador principal principal del evento. Edward Everett, ampliamente conocido como el mejor orador del país, habló por dos horas; su voz resonaba sobre la multitud de 22 mil personas.
Entonces, Lincoln se puso de pie, pronunció diez frases conocidas como el Pronunciamiento de Gettysburg y se sentó. La gente no estaba segura de qué había sucedido. Algunos recordaron que al discurso le siguió un silencio como de iglesia. Otros dijeron que hubo un prolongado aplauso. Una persona que reconoció la belleza del discurso fue el mismo Edward Everett, que le escribió a Lincoln diciendo: «Debiera sentirme contento si pudiera jactarme de haber logrado, en dos horas, al menos aproximarme a la idea central de la ocasión, como usted lo hizo en dos minutos».
Quienes pertenecían a un partido político diferente al del presidente tuvieron palabras de crítica. El periódico Chicago Times dijo: «La mejilla de cada estadounidense debe arder de vergüenza al leer las palabras tontas, llanas y aburridas del hombre a quien hay que señalar como el presidente de los Estados Unidos frente a los inteligentes extranjeros».
¡Ay! Pero también es un poco vergonzoso desestimar un discurso que llegaría a ser el más ovacionado de la nación. En el 150 aniversario de la Batalla de Gettysburg, el periódico The Patriot-News de Harrisburg, Pennsylvania, se disculpó por calificar el discurso como «comentarios tontos». Este diario admitió que «no reconocieron la importancia trascendental, la elocuencia atemporal y el significado duradero [del discurso]»
Su disculpa mostró la cantidad adecuada de humildad y respeto. Decir que lamentas haber escrito y pronunciado palabras duras siempre puede ser bueno.
De paso, Lincoln cometió un error cuando dijo: «El mundo poco notará o ni recordará por mucho tiempo lo que nosotros digamos aquí». Después de todo, 157 años después de aquel día de noviembre, todavía recordamos las primeras palabras de Lincoln: «Hace ocho décadas y siete años…» Kim