«La ira del rey es como el rugido de un león; su bondad es como el rocío sobre la hierba» (Proverbios 19:12).
El rey Asuero (Jerjes I) era el monarca más poderoso del mundo. Gobernó el Imperio medo-persa del 486 al 465 a.C. El soberano estaba rodeado de consejeros y asesores militares. Uno de los más allegados era Amán, un descendiente de los amalecitas, quien tenía un profundo resentimiento hacia los judíos.
La Biblia dice que Asuero tomó a Ester, una joven judía, como su segunda esposa sin saber el origen étnico de la chica. Mardoqueo, el primo de la joven, quien la había creado como una hija, también servía en la corte. Cada vez que Amán veía al cortesano judío sentía una enorme rabia y pensaba cómo deshacerse de ese hombre y de su pueblo. Así que un día urdió un plan para aniquilar a los judíos con el aval del emperador (Ester 3:8, 9). Asuero aceptó la petición de Amán y le dijo que podía hacer con ese pueblo como mejor le pareciera.
¿Qué harían los judíos para defenderse? Mucha gente ambiciosa planeaba destruir sus casas y quedarse con su dinero. No obstante, la propia reina era una joven judía. Así que Ester decidió actuar. Sin embargo, no podía acceder a la presencia del rey, su pena de muerte, sin que este la hubiera llamado, salvo que le extendiera el cetro. Sutilmente, planeó la forma de plantearle al monarca la enorme injusticia que se estaba cometiendo. Con gran valor, dijo: «Entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca» (Ester 4:16).
Días después, Ester se presentó ante la presencia del emperador, quien le extendió el cetro. La reina lo invitó a un banquete junto con Amán, su hombre de confianza. Después, Ester organizó otro festín con los mismos invitados. En ese lugar le reveló al rey sus orígenes judíos y la manera en que Amán lo había engañado para destruir a su pueblo. El rostro de Amán palideció repentinamente. El monarca lo miraba con los ojos encendidos. Se sintió burlado por su colaborador más cercano. Posteriormente, por orden real, Amán murió en una horca que él mismo había preparado para Mardoqueo. Asimismo, emitió un decreto concediendo al pueblo judío la posibilidad de defenderse de sus enemigos.
Hay que saber decir las cosas delante de la gente que tiene autoridad. Las peticiones apresuradas e intempestivas pueden resultar muy arriesgadas. Especialmente, hay que saber esperar el mejor momento. Ester supo cuándo actuar y tuvo éxito.
Pide al Señor que te ayude a buscar el mejor momento para decir las cosas.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Jóvenes 2020 «Una Nueva Versión de Ti» Por: Alejandro Medina Villarreal Colaboradores: Israel Esparza & Ulice Rodriguez