Cuando los efesios se convirtieron, cambiaron sus hábitos y prácticas. Bajo la convicción del Espíritu de Dios, procedieron con presteza, y revelaron todos los misterios de su hechicería. Se presentaron y confesaron y mostraron sus hechos, y sus corazones se llenaron de santa indignación porque habían dedicado tal devoción a la magia y habían apreciado tanto los libros llenos de reglas ideadas por Satanás para establecer los métodos de acuerdo con los cuales ellos podían practicar la hechicería. Estaban decididos a abandonar el servicio del maligno, y entregaron sus costosos libros y los quemaron públicamente. De ese modo manifestaron claramente la sinceridad de su conversión a Dios…
Los efesios se habían deleitado en los libros que entregaron a las llamas al convertirse al Evangelio, y por ellos habían gobernado sus conciencias y guiado sus mentes. Podrían haberlos vendido, pero al hacerlo se habría perpetuado el mal. Desde entonces aborrecieron los misterios satánicos, las artes mágicas, y consideraron con aversión el conocimiento que de ellos habían obtenido. Quisiera preguntar a los jóvenes que han estado en relación con la verdad: ¿Habéis quemado vuestros libros de magia?