Durante cuarenta días y cuarenta noches estuvo lloviendo mucho. Mientras tanto, los animales iban muy tranquilitos en los lugares que se les había asignado dentro del arca.
Cuando Noé sintió que el agua ya había bajado, soltó un cuervo que regresó rápidamente, pues no pudo encontrar dónde posarse. Siete días después, soltó una paloma, que también regresó. Siete días más tarde soltó otra paloma, que regresó con una hojita en el pico. Noé esperó siete días más y soltó otra paloma, que ya no volvió. La tierra ya estaba seca; podían salir.
¿Y yo?
Los cuervos y las palomas sirvieron como mensajeros y ayudaron a Noé a saber cuándo podía salir del arca.
Mi oración para hoy
Señor, muchas gracias por haber cumplido la promesa que le habías hecho a Noé.
En la Biblia leemos:
«Entonces Dios se acordó de Noé y de todos los animales que estaban con él en la barca» (Génesis 8: 1).