Sería mejor que nunca leyesen los jóvenes los libros que tratan temas sensacionales, publicados y puestos en circulación para ganar dinero. Hay una fascinación satánica en tales libros. El relato desconsolador de crímenes y atrocidades tiene sobre muchos un poder hechizador que los excita a buscar lo que pueden realizar para alcanzar notoriedad, aun mediante los actos más perniciosos. Las enormidades, las crueldades y las prácticas licenciosas descritas en algunos de los escritos estrictamente históricos, han actuado como levadura en las mentes de muchos induciéndolos a cometer actos similares.
Los libros que delinean las prácticas satánicas de los seres humanos, dan publicidad al mal. Esos horribles detalles no necesitan revivirse, y nadie que crea la verdad para este tiempo debe tener parte en perpetuar su recuerdo. Cuando el intelecto se alimenta y estimula con estos alimentos depravados, los pensamientos se vuelven impuros y sensuales.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 103.