«Señor, toda mi vida he esperado en ti, y he confiado en tus promesas. Yo te espero, Señor, con toda el alma, como esperan los centinelas la mañana, como esperan los vigilantes el nuevo día. Israel, confía en el Señor, porque el Señor es misericordioso; ¡en él hay abundante redención! El Señor salvará a Israel de todos sus pecados». Salmo 130: 5-8, RVC
HASTA EL TIEMPO DE LA REBELIÓN del hombre contra el gobierno divino, había existido libre comunión entre Dios y la humanidad. Pero el pecado de Adán y Eva separó la tierra del cielo, de manera que ya no podían comunicarse con su Hacedor. Sin embargo, no se dejó al mundo en solitaria desesperación. […] Si por sus méritos no hubiera acortado el abismo producido por el pecado, los ángeles ministradores no habrían podido tratar con los seres humanos caídos. Cristo une a la débil y desamparada humanidad con la fuente del poder infinito.— Patriarcas y profetas, cap. 17, p. 165.
En los tiempos patriarcales, el ofrecimiento de sacrificios relacionados con el culto divino recordaba perpetuamente la venida de un Salvador; y lo mismo sucedió durante toda la historia de Israel con el ritual de los servicios en el santuario. En el ministerio del tabernáculo, y más tarde en el del templo que lo reemplazó, mediante figuras y sombras se enseñaban diariamente al pueblo las grandes verdades relativas a la venida de Cristo como Redentor, Sacerdote y Rey; y una vez al año todos eran guiados a contemplar los acontecimientos finales de la gran controversia entre Cristo y Satanás, que eliminarán del universo el pecado y los pecadores.— Profetas y reyes, cap. 58, pp. 465-466.
El Mesías iba a refugiarse en Dios, y Dios iba a revelarse en el carácter de su Hijo. Sin un conocimiento de Dios, la humanidad quedaría eternamente perdida. Sin ayuda divina, hombres y mujeres se degradarían cada vez más. Era necesario que Aquel que había creado el mundo les impartiera vida y poder. De ninguna otra manera podían ser satisfechas las necesidades de la humanidad.— Ibíd. , p. 471.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «PARA FAMILIARIZARNOS CON LO QUE DIOS NOS OFRECE» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez