«Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros como Dios también os perdonó .a vosotros en Cristo» (Efesios 4:32)
PERDÓN
Corría el año 1975 cuando Ricky fue acusado por el asesinato de un empresario en Ohio (EE. UU). Con apenas dieciocho años, este joven afroamericano fue privado de libertad, por el testimonio de un niño de doce años llamado Eddie. Condenado con la pena de muerte, un error del juzgado respecto a las instrucciones de su ejecución, hizo que sustituyeran el castigo por la cadena perpetua. Sin embargo, el testimonio del niño era falso, pues había sido inventado bajo presión policial. posteriormente, el temor a que sus padres fueran castigados como consecuencia de sus mentiras redujo a Eddie al más profundo silencio. Pero la culpa y el remordimiento lo llevaron a confesar su mentira treinta y nueve años más tarde, mientras se encontraba hospitalizado. Ese mismo día, el alivio inundó el corazón del acusador, dejando abierta la puerta de la libertad para quien había sido injustamente encarcelado.
Según el Registro Nacional de Exoneraciones, entre los que han sido liberados por una condena injusta, Ricky Jackson ha sido el hombre inocente que pasó más tiempo en prisión. ¿Cuáles crees que fueron los sentimientos de Ricky hacia Eddie? ¿Qué habrá pensado durante todos esos años de reclusión? El día de su liberación, para admiración de todos, expresó: «No lo odio… en ese entonces era solo un niño».
¡Qué nobles declaraciones!
¡Todavía, excusaba el error!
Pocas horas le quedaban a Cristo antes de sufrir una muerte vergonzosa. Sabiendo lo que le esperaba, se dirigió al jardín del Getsemaní, junto con sus discípulos. Su amoroso corazón deseaba que lo acompañaran, pues sus oraciones darían alivio a sus dolencias. Pero ellos, no alcanzaron a orar con él, siquiera una hora, y se durmieron (Marcos 14: 37). Aun así, Jesús trató de excusarlos diciendo: «El espíritu ‘t la verdad está dispuesto, pero la carne es débil» (vers. 38). Horas más tarde, suspendido en la cruz, reflejó la misma actitud hacia sus ejecutores, cuando dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23: 34).
¡Cuántas veces las personas quedan enemistadas por mucho menos que eso! ¡Son tantos los que se sienten heridos por una simple mirada! Una diferencia de ideas, tal vez, unas fuertes palabras. En lugar de excusar al ofensor, que puede haber tenido un mal día, que no sabemos las luchas que enfrenta o los dramas que vive en su propia casa, somos duros con el prójimo y lo tratamos como a un fiero enemigo.
Pidamos a Dios en este día un corazón dispuesto a perdonar, imitando la manera en la que él lo hace con nosotros.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020 «Buena Medicina es el Corazón Alegre» Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Esther Jiménez