«Al necio le parece bien lo que emprende, pero el sabio escucha el consejo» (Prov. 12:15).
Qué piensas del feedback? No hablo del sonido incómodo del sistema audio de la iglesia cuando el retorno no funciona bien. Estoy hablando de otro tipo de feedback. Como cuando horneas magdalenas hermanito reacciona diciendo que no quiere comer ninguna porque teme romperse un diente. O cuando estás cortando el pasto y tu papá te señala los lugarcitos que pasaste por alto sin querer. Eso que a ti te resulta humillante, ese es el feedback al que me refiero: los comentarios de la gente que te quiere, para que llegues a ser el mejor tú que puedes llegar a ser.
Esto me recuerda a un juego de Hasbro llamado Operación. Quizá lo hayas visto. Tienes un cuerpo humano con agujeros en lugares estratégicos, dentro de los cuales se encuentran los órganos correspondientes. Tú eres cirujano y remueves los órganos con una pinza, sin tocar los bordes de los agujeros. Si la pinza toca un borde, se dispara un zumbido y se prende una luz roja.
Para ganar, tienes que lograr que tu mano esté lo más firme posible. Cada vez que suena el zumbido, tiendes a ponerte más nervioso y, a veces, puedes llegar a volverte loco.
Seguramente, sería más fácil jugar si le sacaras las pilas. Entonces, no te molestarían esas llamadas de atención. Por supuesto, el juego dejaría de ser un desafío y te perderías la diversión.
El feedback o sea, la opinión de la gente que te quiere, puede ser molesto.
Si así lo decides puedes apagarla, es decir, ignorar lo que te están diciendo. Puedes ignorar a tus padres, tus maestros o tus amigos que te señalan tus errores. Pero si valoras sus comentarios, puedes mejorar en todo tipo de aspectos, desde la manera en que te peinas hasta tus jugadas ensayadas en los partidos de baloncesto. Como dijo alguien: «La alabanza te hace sentir bien. La crítica te hace mejor».
Feedback: puedes pensar en él como un zumbido molesto que quieres apagar o como una manera de mejorar tu forma de proceder.