“SI EL SEÑOR ESTÀ CON NOSOTROS, NO TENEMOS POR QUÉ TEMER. SUS OJOS ESTÁN SOBRE NOSOTROS, SU BRAZO SOBRE NOSOTROS, SU OÍDO ABIERTO A NUESTRA ORACIÓN”. JOHN NEWTON
«La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden» (Juan 14:27).
Mi prima Lisa no utiliza escaleras mecánicas. Teme caerse, y que las escaleras metálicas en movimiento la atrapen mientras siguen su U camino debajo del piso. Cada tanto me olvido de su miedo y subo a una escalera mecánica. Cuando miro hacia atrás, ella todavía está de pie donde la dejé.
El tío Calvin le teme a los gérmenes. Cada vez que come en un restaurante, limpia concienzudamente sus cubiertos con la servilleta. A veces, hasta los sumerge en su vaso de agua para enjuagarlos.
Todas las personas que conozco tienen miedos de algún tipo, ya sea de accidentes automovilísticos o de orugas. Yo temo el asesinato. En serio, temo los asesinatos. Y el problema es que no puedo distinguir un asesino de otras personas, así que le temo a la mayor parte de la gente.
Hace poco, cuando estaba preocupada de que mi vecino fuera un asesino, mi amigo Chris me dijo algo importante: Dios no quiere que estemos asustados. Le duele cuando nos sentimos ansiosos.
Él no se enoja ni se impacienta ante nuestros temores, no importa cuán insignificantes y humanos sean. De hecho, en la Biblia, cuando leemos que Dios se comunica con la gente personalmente o por medio de ángeles, lo encontramos constantemente preocupado por cómo reaccionarán frente a esa visita. Él los reconforta: «¡No teman!»
Ya sea que nuestros miedos sean racionales o irracionales, basados en evidencias o solo en nuestra mente, Dios sabe que son reales para nosotros. Y eso significa que, para él, son lo suficientemente importantes como para que nos muestre su simpatía y consuelo.
Satanás es el maestro del temor: ordena que sus ángeles malvados se hagan pasar por espíritus de personas muertas (fantasmas), espanta en la noche con ruidos espeluznantes y espectros extraños (zombis, demonios, vampiros, hombres lobo), y crea superstición y pánico. Él es el primer y el mayor terrorista.
Jesús, por otro lado, trae descanso, confianza y libertad del temor. Lori