«El amor es paciente, es bondadoso» (1 Corintios 13:4)
PREGUNTA: ¿ Has trabajado alguna vez, duro y por mucho tiempo para ayudar a alguien a quien amas? Tal vez ayudaste a tu papá, o tal vez ayudaste a tu mamá. Seguramente te alegraste al terminar tu tarea; pero como amabas a esa persona, valió la pena hacerlo.
Jacob había estado ya en la casa de Labán todo un mes. Un día Labán le dijo: —Jacob, tú eres pariente mío. No me parece bien que estés trabajando para ayudarme sin recibir pago. Dime, ¿cuánto deseas que te pague? Jacob estaba contento de estar en la casa de su tío. Había estado disfrutando del trabajo. Y también había estado admirando a Raquel, la hija menor de Labán. —Tío Labán —respondió Jacob—, ¡lo que realmente deseo es casarme con Raquel! Trabajaré para ti siete años si me das como esposa a Raquel.
—Eso me parece un arreglo muy bueno. Sí, quédate aquí y trabaja para mí —estuvo de acuerdo Labán En aquellos tiempos, el hombre le daba dinero al padre de la mujer con la que se quería casar. Después de la boda, el padre le daba ese dinero a su hija. Ese dinero era entonces de ella. Pero algunos hombres no tenían dinero para la dote o precio que se le ponía a la novia. Si el padre estaba de acuerdo, el hombre podía trabajar durante cierto tiempo. Eso es lo que Jacob tenía que hacer. Así que Jacob comenzó sus siete años de trabajo a fin de poder casarse con Raquel. Día tras día hacía fiel y pacientemente todo lo que Labán le pedía. Y parecía que el tiempo pasaba muy rápido, porque amaba mucho a Raquel. Finalmente se cumplieron los siete años. ¡Era hora de casarse con Raquel! Pero Labán no fue justo ni honesto con Jacob. Le gustaba que Jacob trabajara para él sin tener que pagarle. Sabía que Jacob trabajaba muy duro y sin quejarse. Sí, Jacob era un buen siervo. ¡Y no le costaba a Labán ni un solo centavo! Así que Labán decidió hacer algo incorrecto. Iba a engañar a Jacob para hacerlo trabajar gratuitamente durante más tiempo. En aquellos días, la novia vestía un velo grueso durante la ceremonia de la boda. Nadie podía verle la cara. En la oscuridad de esa noche, Jacob llevó a su tienda a su novia, tapada con el grueso velo. No podía ver que era Lea, no Raquel. En la mañana, Jacob hizo un terrible descubrimiento: ¡Se había casado con la hermana de Raquel! Estaba confundido y enojado. ¿Cómo podía su tío haberle hecho algo como eso?
—Tío Labán, ¿por qué me has hecho esto? —le preguntó Jacob—. He trabajado duramente para ti a fin de poder casarme con Raquel. ¿Por qué me has engañado? —Es nuestra costumbre* —le mintió Labán—, que la hija mayor se case primero que la menor. Y Lea, la hermana mayor de Raquel, todavía no se había casado. Pero, vamos a hacer un trato. También te puedes casar con Raquel si trabajas para mí otros siete años. En aquellos tiempos y en ese país, muchos hombres tenían más de una esposa. Así que al final de la semana de la celebración de la boda de Lea, se casaron también Jacob y Raquel. Entonces Jacob comenzó a trabajar otros siete años para Labán. Jacob trabajó sin pago durante 14 años, mucho tiempo, para casarse con Raquel. Pero su amor por ella hizo que el trabajo duro le pareciera agradable. Sirvió pacientemente a Labán todos esos años. Creía realmente que valía la pena casarse con Raquel. Su amor por ella hizo que el trabajo le pareciera fácil. Cuando realmente amamos a alguien, prestaremos nuestros servicios con paciencia y bondad.
Mensaje El amor nos ayuda a servir pacientemente a los demás.