«El hijo sabio acepta la disciplina de sus padres; el burlón se niega a escuchar la corrección» (Prov. 13:1, NTV).
En octubre de 1985, unos marineros de la Bahía de San Francisco, en los Estados Unidos, divisaron una joven ballena jorobada nadando entre los barcos. Aparentemente, había emigrado a climas más cálidos, y había girado a la izquierda para pasar debajo del puente Golden Gate.
Pasaron los días y la ballena, a la que llamaron Humphrey, no se iba de la bahía. De hecho, Humphrey comenzó a nadar río arriba por el Sacramento. ¿Qué le pasaba a esa ballena? «Quizás está loca», especuló un experto en ballenas.
La gente salía a ver a Humphrey. No le iba muy bien en agua dulce. Su piel negra se tornó gris y parecía cansada. La gente propuso ideas para arrearla hacia el mar. ¿Podrían atrapar a Humphrey con una red gigante y llevarla al océano con un helicóptero? Probablemente no. Pesaba cuarenta toneladas.
Una idea que probaron fue poner sonidos de orcas, esperando que asustaran a Humphrey y se fuera en la dirección opuesta, al mar. No funcionó. Entonces hicieron que un grupo de botes persiguiera a la ballena hacia aguas abiertas golpeando caños sumergidos en el agua. Funcionó durante el día. Pero cuando los golpes se detenían durante la noche, Humphrey volvía a nadar río arriba.
Pasaron tres semanas. Como último recurso para salvar a la ballena que avanzaba en dirección equivocada, un investigador sugirió atraerla con grabaciones de ballenas jorobadas cantando y comiendo.
Una mañana de noviembre, un poderoso altavoz fue colocado en el costado de un yate privado y comenzó a proyectar sonidos de ballenas. Humphrey rápidamente se acercó al bote. El capitán se puso en marcha río abajo, con Humphrey siguiéndolo de cerca. Grandes cantidades de espectadores llenaban las riberas del río. Al día siguiente, Humphrey regresó al océano Pacífico.
Todos nosotros, como Humphrey, a veces tomamos la dirección equivocada. Quizá has notado que los profesores, los padres y los líderes de tu iglesia siempre están advirtiéndote sobre las malas decisiones y animándote a tomar buenas decisiones en la vida. Así como la multitud que aclamaba a Humphrey en su viaje de regreso al mar, estas personas quieren verte terminar en el lugar al que perteneces. Kim