Los cielos se iluminan súbitamente con un brillo que alarma a los pastores. No saben la razón de este gran espectáculo. Al principio no disciernen las miríadas de ángeles que están congregadas en los cielos. El brillo y la gloria de la hueste celestial iluminan y llenan de gloria toda
la planicie. Los pastores están aterrorizados por la gloria de Dios, pero el ángel que preside a las huestes aquieta sus temores revelándoseles y diciendo: »No temáis… »
Cuando sus temores se alejan, el gozo ocupa el lugar del asombro y del terror. Al principio no podían soportar el resplandor de la gloria que acompañaba a toda la hueste celestial, y que súbitamente irrumpió sobre ellos. Un solo ángel aparece ante la mirada de los vigilantes pastores para disipar sus temores y hacerles conocer su misión. A medida que la luz del ángel los rodea, la gloria descansa sobre ellos y son fortalecidos para soportar la luz mayor y la gloria mayor que acompañan a las miríadas de ángeles celestiales (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 5, p. 1090).
No fue solo sobre los collados de Judea, ni entre los humildes pastores, donde los ángeles encontraron a quienes velaban esperando la venida del Mesías. En tierra de paganos había también quienes le esperaban; eran sabios, ricos y nobles filósofos del oriente. Observadores de la naturaleza, los magos habían visto a Dios en sus obras. Por las Escrituras hebraicas tenían conocimiento de la estrella que debía proceder de Jacob, y con ardiente deseo esperaban la venida de Aquel que sería no solo la «consolación de Israel» sino una «luz para iluminación de las naciones» y «salvación hasta los fines de la tierra». Lucas 2:25, 32; Hechos 13:47 (VM). Buscaban luz, y la luz del trono de Dios iluminó su senda. Mientras los sacerdotes y rabinos de Jerusalén, guardianes y expositores titulados de la verdad, quedaban envueltos en tinieblas, la estrella enviada del cielo guió a los gentiles del extranjero al lugar en que el Rey acababa de nacer (El conflicto de los siglos, p. 315)
La venida del Mesías había sido anunciada primeramente en Judea. En el templo de Jerusalén, el nacimiento del precursor había sido predicho a Zacarías mientras oficiaba ante el altar. En las colinas de Belén, los ángeles habían proclamado el nacimiento de Jesús. A Jerusalén habían acudido los magos a buscarle. En el templo, Simeón y Ana habían atestiguado su divinidad…
Si los dirigentes de Israel hubiesen recibido a Cristo, los habría honrado como mensajeros suyos para llevar el evangelio al mundo. A ellos fue dada primeramente la oportunidad de ser heraldos del reino y de la gracia de Dios (El Deseado de todas las gentes, p. 198).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2020.
4to. trimestre 2020 “COMO INTERPRETAR LA BIBLIA”
Lección 5: «JESÚS COMO EL GRAN MAESTRO»
Colaboradores: Rosalyn Angulo & Esther Jiménez A