“Y les aseguro que estaré con ustedes siempre” (MATEO 28:20).
MENSAJE
Jesús nos cuida todo el tiempo.
¿Alguna vez has estado en alguna tienda o en un parque, y de pronto perdiste de vista a tus padres? ¿Te sentiste perdido(a)? ¿Lloraste? Probablemente te sentiste como la oveja en una historia que Jesús contó.
Un pastor era dueño de cien ovejas. Él les proporcionaba buen cuidado a sus animalitos. Cada día las llevaba a lugares donde crecía buena hierba, donde podían encontrar suficiente para comer. Todos los días las llevaba hasta donde había agua abundante y fresca, donde podían beber suficiente. El pastor ahuyentaba a los animales salvajes que podían lastimar a sus ovejas. Todas la noches guiaba a su rebaño a un lugar seguro. Antes de irse a la cama, el pastor contaba sus ovejas para estar seguro de que todas estaban allí. Aquel pastor amaba a sus ovejas, y las ovejas se sentían seguras al cuidado de él.
Una noche, cuando el pastor contó sus ovejas, la preocupación se le dibujó en su rostro. Algo no estaba bien. Volvió a contarlas, para estar seguro, y luego lo hizo otra vez. Algo estaba definitivamente mal. Una de sus ovejas estaba perdida. El pastor no se detuvo a pensar en el hambre que tenía. No se preocupó por el dolor de sus pies. No dijo: “Iré a buscar la oveja perdida mañana, cuando no esté oscuro, y cuando no esté cansado”. No dijo: “Bueno, todavía tengo noventa y nueve ovejas conmigo. Realmente no necesito esa que está perdida”. De ninguna manera. El pastor amaba a cada una de sus ovejas, así que dejó todo lo que estaba haciendo y se fue en busca de la oveja que estaba extraviada.
Buscar a una oveja perdida de noche, no es algo fácil. El pastor tropezó con las piedras y se rasguñó con las espinas de los matorrales. Pero a la distancia, podía escuchar el balido de la oveja que lloraba asustada. La pobre oveja sabía que estaba perdida. Sabía que no podía estar segura hasta que regresara con el pastor.
El pastor siguió el sonido del balido. Se podía dar cuenta que se estaba acercando cada vez más. Y entonces, con la luz de la luna, pudo ver a su oveja atrapada en un arbusto espinoso.
El pastor quitó amorosamente las ramas del arbusto. No le importaba que las espinas pincharan y arañaran sus manos.
Lo que quería era libertar a su oveja para llevarla de vuelta al hogar. Entonces, una vez que estuvo libre, el pastor colocó delicadamente a la oveja sobre sus hombros y la llevó al redil.
La oveja estaba pesada, pero al pastor no le importaba. Estaba feliz porque había encontrado a su oveja, y la oveja también estaba feliz. Sabía que estaba segura de nuevo, ahora que el pastor la había encontrado.
Jesús es nuestro pastor y nosotros somos sus ovejas.
Él nos ama a todos y desea que seamos amables con los demás. Él nos cuidará así como el pastor cuidó a sus ovejas. Un día, él vendrá para llevarnos a su hogar en el cielo.
Lección de Escuela Sabática para Jardín de Infantes.
4to. trimestre 2020 SERVICIO
Lección 6: «LA OVEJA PERDIDA»
Colaboradores: Mary Tovar & Sebastian Rondon & Antonio Orellana