Los jóvenes deben investigar las Escrituras por sí mismos. No deben pensar que es suficiente que los de más experiencia busquen la verdad; que los más jóvenes pueden aceptarla cuando proviene de ellos. Los judíos perecieron como nación porque fueron apartados de la verdad de la Biblia por sus gobernantes, príncipes y ancianos. Si hubieran escuchado las lecciones de Jesús, e investigado las Escrituras por sí mismos, no habrían perecido…
Es imposible que una mente, cualquiera que sea, comprenda toda la riqueza y grandeza de una sola promesa de Dios. Una capta la gloria desde un punto de vista; otra la hermosura y la gracia desde otro punto de vista, y el alma se llena de la luz del cielo. Si viéramos toda la gloria, el espíritu desmayaría. Pero podemos tener revelaciones de las abundantes promesas de Dios mucho mayores que las que ahora gozamos. Me entristece el corazón pensar cómo perdemos de vista la plenitud de la bendición destinada a nosotros. Nos contentamos con fulgores momentáneos de iluminación espiritual, cuando podríamos andar día tras día a la luz de su presencia.—Testimonios para los Ministros, 106, 108.