«¡Libren a los débiles y pobres, y defiéndanlos de los malvados!» (Sal. 82:4, DHH).
El ecologista marino Robert Pitman no podía creer lo que veía. Mientras observaba desde un barco en las aguas cercanas a la Antártida, divisó un grupo de orcas cazando. Se habían concentrado en una foca atrapada en un témpano de hielo flotante. Mientras Robert observaba, las orcas tiraron a la foca al agua. Pero, justo cuando los predadores estaban rodeándola para matarla, una magnífica ballena jorobada se levantó repentinamente del agua debajo de la foca.
Para proteger mejor a la foca, la ballena la puso a salvo en su barriga, mientras ella, panza arriba, la mantenía fuera del agua. Cuando la foca se deslizaba hacia el costado de la ballena, esta parecía usar sus aletas para volver a ponerla cuidadosamente a bordo. Según la historia publicada en MNN.com, cuando las orcas finalmente se alejaron, la foca pudo nadar con seguridad a otro témpano de hielo, más seguro.
Robert estaba asombrado de ver a la ballena rescatar a un animal que no pertenecía a su especie. Era un tipo de bondad que él creía que era exclusivo de los seres humanos. No solo tenemos oficiales de policía, bomberos y rescatistas para proteger y rescatar a las personas que están en apuros; también tenemos organizaciones que rescatan a perros y gatos de situaciones malas; y personas de buen corazón hasta trabajan para rehabilitar a los animales salvajes que han sido heridos.
Robert comenzó a investigar y encontró docenas de informes de ballenas jorobadas que interrumpieron ataques de orcas. Terminaban con el ataque pegándole a la superficie del agua con la cola, golpeando con sus aletas o bramando. En una ocasión, dos ballenas se pusieron a ambos lados de un ballenato que estaba siendo atacado, y lo levantaron parcialmente del agua con sus aletas.
Así que, hasta los animales, seres inferiores, pueden ser valientes y amables. Quizás eso nos impulse a mejorar como seres humanos. La próxima vez que veas a un abusivo en el patio de juegos o a un bromista molestando a alguien que está al borde de las lágrimas, quizá puedas acudir en su rescate. Sería una acción grande como una ballena.