«Muchos de los que cobraban impuestos, y otras personas de mala fama que ahora seguían a Jesús, también fueron invitados a la cena. Cuando algunos maestros de la Ley les preguntaron a los discípulos: «¿Por qué su maestro come con cobradores de impuestos y con gente de mala fama?». Jesús los oyó y les contestó: «Los que necesitan al médico son los enfermos, no los sanos. Y yo vine a invitar a los pecadores para que regresen a Dios, no a los que se creen buenos»». Marcos 2: 15-17, TLA
AQUEL QUE DESCENDIÓ DEL CIELO para ser nuestro ejemplo pasó casi treinta años de su vida dedicado al trabajo manual común, pero durante ese tiempo estudió la Palabra y las obras de Dios, y ayudó y enseñó a todos los que estaban dentro de su círculo de influencia. Cuando empezó su ministerio público, anduvo sanando a los enfermos, consolando a los afligidos y predicando el evangelio a los pobres. Y eso mismo es lo que hemos de hacer todos sus seguidores. […]
En el corazón conmovido por su amor nace el deseo de colaborar con él. Hemos de motivar y encauzar correctamente ese deseo. Ya sea en el hogar, el vecindario o la escuela, la presencia del pobre, el afligido, el ignorante o el desventurado no debe ser considerada como un estorbo, sino como una estupenda oportunidad para el servicio. En esa labor, como en cualquiera otra, se adquiere pericia precisamente al realizarla. Se obtiene eficiencia a través de la preparación en las actividades comunes de la vida y al servir a los dolientes y menesterosos. Sin esto, los esfuerzos mejor intencionados suelen resultar inútiles, e incluso perjudiciales. A nadar se aprende lanzándose al agua, no quedándose en tierra.— La educación, cap. 31, pp. 241-242.
La obra de Cristo consistió en buena medida en entrevistas personales. Él tenía en la máxima consideración el auditorio de una sola persona, la cual luego transmitía a miles el conocimiento recibido.— Mensajes para los jóvenes, secc. 6, p. 142. Dios toma a los seres humanos tal como son, y los prepara para su servicio, si quieren entregarse a él. […]
Una permanente consagración establece una relación tan íntima entre Jesús y su discípulo, que el cristiano llega a ser semejante a Cristo en mente y carácter. Mediante su relación con el Señor, tendrá miras más claras y más amplias.— El Deseado de todas las gentes, cap. 25, p. 222.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «PARA FAMILIARIZARNOS CON EL SERVICIO A DIOS» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez