«Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Este es el verdadero culto que deben ofrecer. No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto». Romanos 12: 1-2, DHH
NADIE SE PERTENECE a sí mismo. Jesús nos ha adquirido a todos con su sangre. No sepulten pues los talentos en la tierra. Úsenlos para él. Sea cual fuere la ocupación en que estén empeñados, lleven con ustedes a Cristo. Si encuentran que están perdiendo su amor por el Salvador, abandonen su ocupación y digan: «Aquí estoy, mi Salvador; ¿qué quieres que haga?». Él los recibirá con bondad pues nos ama a todos sin reservas. Él perdona abundantemente, pues es misericordioso y «más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan» (2 Ped. 3: 9, NV1). […]
Nosotros, y todo lo que tenemos, pertenecernos a Dios. No deberíamos considerar un sacrificio el entregarle los afectos de nuestro corazón. El mismo corazón debería serle entregado como ofrenda voluntaria.— Mensajes para los jóvenes, secc. 2, p. 49. El cuerpo es el único medio por el cual la mente y el espíritu se desarrollan para la edificación del carácter. De ahí que el adversario de las almas encamine sus tentaciones al debilitamiento y a la degradación de las facultades físicas. Su éxito en esto envuelve la sujeción al mal de todo nuestro ser. A menos que estén bajo el dominio de un poder superior, las inclinaciones de nuestra naturaleza física acarrearán ciertamente ruina y muerte.
El cuerpo tiene que ser puesto en sujeción. […] Las exigencias de Dios deben estamparse en la conciencia. Hombres y mujeres hemos de despertar y sentir nuestra obligación de tener dominio propio, nuestra necesidad de ser puros y liberados de todo apetito depravante y de todo hábito envilecedor. Necesitamos reconocer que todas las facultades de nuestra mente y de nuestro cuerpo son dones de Dios, y que hemos de conservarlas en la mejor condición posible para servirle.— El ministerio de curación, cap. 8, p. 77.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «PARA FAMILIARIZARNOS CON LO QUE DIOS ESPERA DE NOSOTROS» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez