Tengo una cosa contra ti: que ya no tienes el mismo amor que al principio. Por eso, recuerda de dónde has caído, vuélvete a Dios. Apocalipsis 2:4-5.
Cuenta una antigua historia que una hermosa princesa estaba buscando esposo. Todos los solteros adinerados y poderosos del reino solicitaron que los considerara como posibles candidatos, y llegaron a visitarla con joyas y regalos para conquistarla. Pero, sumado a todos ellos, se acercó un joven pobre que le dijo:
‑Alteza, yo estoy enamorado de usted. Sé que no tengo nada material que ofrecerle, pero si quiere darme una oportunidad, le voy a demostrar mi amor. Voy a pasar los próximos cien días aquí abajo, frente a su ventana, sin más alimento que la lluvia y sin más ropa que la que llevo puesta.
La princesa, conmovida por esa prueba de amor, decidió aceptar la propuesta. Fue así como pasaron las horas y los días, y el joven pretendiente permanecía allí afuera, a la intemperie, soportando el viento, la lluvia y el frío de la noche. Aparentemente todo iba bien pero, para sorpresa de la princesa, cuando solo faltaba una hora para que se cumpliera el plazo acordado, el joven se levantó y, sin dar ningún tipo de explicación, se dispuso a marcharse. La princesa lo interrumpió con una pregunta:
‑¿Por qué se va sin finalizar la prueba de amor que usted mismo me propuso?
‑Porque usted no me ahorró ni una sola hora de sufrimiento, y no me veo capaz de seguir amando a una mujer así.
El joven había perdido su primer amor por la princesa. ¿Cómo anda tu experiencia de amor con el Señor? Será que has perdido ese primer amor que una vez experimentaste? Tal vez el tiempo que ha pasado desde entonces te ha enfriado; tal vez has tenido que sufrir malas experiencias en la iglesia que te han desanimado; tal vez tu manera de vivir la religión se ha convertido en una costumbre desprovista de pasión; tal vez las comodidades materiales que disfrutas te han hecho creer que no necesitas a Dios. Si te identificas con alguna de estas situaciones, las palabras que siguen son para ti: «Recuerda de dónde has caído y vuélvete a Dios».
¿Recuerdas lo hermosa que era la vida cuando Dios era el centro? Puedes volver allí. Pídele al Señor que te ayude a sentir verdadero arrepentimiento por haberte alejado y a recordar todo aquello que en este tiempo has olvidado: su muerte en la cruz por ti y sus promesas de salvación.