«¿Que comeremos, o que beberemos, o que vestiremos?». Mateo 6:31.
En muchas ocasiones, las necesidades de la vida son una fuente de inquietud y preocupación. Es fácil estar tranquilos cuando la nevera está repleta y el armario no tiene suficiente espacio para guardar nuestras prendas. No es difícil cuando el sueldo está «asegurado» y se recibe puntualmente cada mes. Sin embargo, cuando estos elementos escasean o el trabajo es inestable y el salario debe buscarse diariamente para subsistir, las cosas cambian considerablemente. Mucho más, cuando existen compromisos que cumplir o familiares que dependen de uno.
Todavía existen innumerables y reales testimonios de quienes fueron testigos del paternal cuidado de Dios, en medio de la carestía:
Una simple esclava y su hijo, en medio del desierto de Beerseba, al sur de Israel, clamó a Dios por agua cuando creía que iba a morir. «Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua. Fue Agar, llenó de agua el odre y dio de beber al muchacho» (Génesis 21: 19).
Una extranjera, que buscó refugio en Dios (Rut 2:12), salió a recolectar espigas de cebada entre las que «olvidaban» los segadores. Al llegar la noche, regresó a su casa con casi 40 kilos de cebada, que compartió con su suegra (vers. 17-18).
Una viuda tuvo harina y aceite para cocinar pan durante meses en un tiempo de hambre apremiante y sequía extrema. Al confiar en Dios, «no escaseó la harina de la tinaja, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por medio de Elías» (l Reyes 17:16).
Jim y Shelley, una pareja octogenaria, necesitaban agua para sobrevivir luego de haber quedado aislados e incomunicados con más de 400 C como consecuencia del huracán Katrina, ocurrido en Estados Unidos en el año 2005. Luego de haber clamado a Dios por ayuda, fueron socorridos por dos jóvenes voluntarias de ACTS World Relief, una organización de primeros auxilios.
Mi propia familia (L) ha sido socorrida en distintas circunstancias por manos generosas y llenas de amor.
¿Y tú? ¿Te encuentras en una extrema necesidad? ¡Pues Dios ha elegido manifestar su poder precisamente en esos momentos! Tu necesidad es la oportunidad de Dios para actuar. Tu necesidad es también tu oportunidad para confiar en él. NO tengas miedo. ¡Puedes encontrarte en el momento ideal!
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020 «Buena Medicina es el Corazón Alegre» Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Esther Jiménez