No solo es Cristo nuestro Señor, nuestro maestro, nuestro guía y nuestro mentor, sino que también es nuestro ejemplo. A lo que él nos llama es a algo que también él experimentó En Lucas 22, se relata lo sucedido la noche antes de su crucifixión en el jardín de Getsemaní y se registra una conversación que fue quizá la más difícil de todas. En el versículo 42, Jesús ora, diciendo: «Padre, si quieres, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya». Lucas, que era médico, es el ico escritor de los Evangelios que indica que Jesús sudó sangre. En momentos extremos de estrés, los vasos sanguíneos cerca de las sienes y la frente se rompen y se mezclan con el sudor, dando la apariencia de que se suda sangre. ¿Cuál fue la fuente de esa presión y tensión? ¿Qué causó ese nivel de estrés?
La versión de Mateo encontrada en su Evangelio en el capítulo 26: 39-42, muestra otra vertiente que arroja luz sobre las anteriores preguntas: Cristo oró para que pasara la copa, lo que implica que podría evitar incluso el desenlace de la muerte. No era solo la muerte física, sino la separación de la presencia del Padre lo que él deseaba evitar. Este deseo fue tan apasionado que volvía pedir en el versículo 42: «Padre mío, si no es posible evitar que yo sufra esta prueba, hágase tu voluntad».
Aunque había una opción real respecto a morir o no, también estaba la cuestión subyacente de si él se negaría a sí mismo o no. Después de la primera y la segunda peticiones, Cristo dice: «Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú. Se niega completamente a sí mismo, le entrega a Dios todo su conocimiento, su ser, lo que posee, para confiar su futuro a Dios.
No estar dispuesto a separarse del Padre no era algo malo; en todo caso, eso es lo único que todos deberíamos desear. Pero aquí Cristo no estaba luchando contra lo que era moral o no; no estaba eligiendo entre el bien y el mal. Aquí Cristo estaba luchando con la opción de inclinarse por sus deseos, o por la voluntad de su Padre celestial. La tentación consistía en usar su divinidad de una forma que pudiera satisfacer un deseo egoísta.
La respuesta a ambas oraciones fue el silencio de parte del cielo. Aquí es donde Cristo se diferencia del resto de los seres humanos: rechazó lo que Adán había elegido. Hoy día, en él podemos participar de esa misma elección de Cristo, en la fuerza de Cristo y en la victoria de Cristo. Aquí es donde los discípulos de Cristo lo siguen y este es el desafío que tenemos ante nosotros. Cuando se trata de discipulado, de desarrollo espiritual, de evangelismo, de testificar o de ser mentores, hay elementos que nuestro corazón egoísta naturalmente rechazará. Es posible que si no te identificaste con algunos aspectos del discipulado discutidos este trimestre, se deba a posibles problemas con el tema de la abnegación. No estamos llamados a morir por la humanidad como lo hizo Cristo, sino a negarnos a nosotros mismos para participar en la proclamación de aquel hombre que murió por todos los demás seres humanos y que hoy nos llama a que nos unamos a su obra.
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2020. 3er trimestre 2020 “Las Bases Del Discipulado” Lección 12: «LA NEGACIÓN AL YO« Colaboradores: Hidai Juarez S & Misael Morillo