«El que roba a su padre y ahuyenta a su madre es un hijo que causa vergüenza y oprobio» (Proverbios 19:26).
¿Alguna vez has avergonzado a tus padres con tu conducta? ¿Acaso tus malas acciones han manchado el buen nombre de tu familia? La situación es aún más dramática si tus padres son cristianos ejemplares y tú apareces como la «oveja negra» de la familia.
El rey Manasés fue uno de los líderes más nefastos que tuvo el reino de Judá. A pesar de que Ezequías, su padre, llevó a cabo toda una revolución espiritual en favor de su pueblo, el joven monarca resultó en una verdadera calamidad. La descripción bíblica es contundente: «Reconstruyó los santuarios paganos que su padre Ezequías había derribado; además, erigió altares en honor de los baales e hizo imágenes de la diosa Aserá. Se postró ante todos los astros del cielo y los adoró. Construyó altares en el templo del Señor, lugar del cual el Señor había dicho: ‘En Jerusalén habitaré para siempre’. En ambos atrios del templo del Señor construyó altares en honor de los astros del cielo. Sacrificó en el fuego a sus hijos en el valle de Ben Hinón, practicó la magia, la hechicería y la adivinación, y consultó a nigromantes y a espiritistas. Hizo continuamente lo que ofende al Señor, provocando así su ira» (2 Crónicas 33:3-6).
La mala influencia de Manasés casi anuló las buenas obras y el recuerdo de su padre. Pocos habrían pensado que el hijo de Ezequías -el gran restaurador de la fe hebrea en Judá- ¡iba a convertirse en un brujo promotor de la hechicería! Los resultados no tardaron en presentarse: el rey de Judá fue destronado. Luego fue encadenado y conducido como esclavo a Babilonia. Ahí, parece que el trato no fue muy cordial y, en medio de la soledad del calabozo, se acordó del Dios verdadero. Se humilló sinceramente delante del Padre celestial. Entonces el Señor lo escuchó y perdonó sus pecados. Además, le permitió regresar a Jerusalén a reinar nuevamente. Fue así como este joven trató sinceramente de enmendar su camino cumpliendo la voluntad divina.
Si has avergonzado a tus padres con tus acciones o actitudes, no esperes a que las cosas lleguen más lejos, hasta envilecerte. No vale la pena. Es tiempo de arrepentirte delante de Dios y humillarte ante él. Te aseguro que no te rechazará. Además, te va a dar nuevas oportunidades de conducir tu vida por el camino recto. Eso llenará a tus padres de un gozo muy especial. Dales una alegría hoy.
Lo merecen.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Jóvenes 2020 «Una Nueva Versión de Ti» Por: Alejandro Medina Villarreal Colaboradores: Israel Esparza & Ulice Rodriguez