Jehová va delante de ti; el estará contigo, no te dejará ni te desamparará. No temas ni te intimides. Deuteronomio 31:8.
Un incendio de vastas proporciones aquejó a la ciudad de Valparaíso (Chile) en abril de 2014. Grandes llamaradas se propagaron rápidamente, afectando doce barrios de la ciudad y los cerros circundantes. El desastre destruyó tres mil viviendas y dejó a unas doce mil quinientas personas sin hogar, además de unas quinientas personas heridas y quince fallecidas. Sin lugar a dudas, una verdadera catástrofe para aquel pintoresco patrimonio de la humanidad. Los medios de comunicación cubrieron ampliamente el desarrollo y desenlace de los acontecimientos, dejando ver, entre las personas, distintos modos de enfrentar esta grave situación. Algunos, acongojados por la pérdida de su casa y sus pertenencias lloraban desconsoladamente rogando por ayuda. Otros, con una pala en la mano, comenzaron a despejar los escombros cuando todavía estaban humeando las cenizas. Dos modos distintos de enfrentar las mismas situaciones, un estilo pasivo, retraído, acompañado de pesimismo y pesar; y un estilo más activo, lleno de valor y coraje, acompañado de gratitud por la conservación de la vida y la oportunidad de volver a empezar.
Como consecuencia de la percepción de un peligro, la tensión aumenta automáticamente en el ser humano provocando miedo o temor. Sea que se trate de un peligro real o imaginario, el miedo surge espontáneamente paralizando a algunos, haciendo huir a otros o envalentonando a los menos. ¿Qué elementos pueden marcar la diferencia entre unos y otros? Varios investigadores han tratado de responder esta pregunta identificando distintas posibilidades. Algunos sostienen que son los recursos personales del individuo los que hacen la diferencia. Otros sostienen que el apoyo social y emocional influye en dichas respuestas; mientras que otros creen que existen factores biológicos involucrados. Sea cual sea la respuesta, una cosa es innegable: cada uno de nosotros puede elegir cómo enfrentar una calamidad.
El Dr. Víctor Frankl, quien ha sido homenajeado con treinta y nueve doctorados honoris causa por las mejores universidades del mundo, enfatiza que en la vida de todos hay dificultades, muchas veces inexplicables. No obstante, en medio de tales circunstancias, podemos elegir la actitud con la cual las enfrentaremos confiados que existe un sentimiento —aunque a veces velado—, para explicar dicha perplejidad.
En otras palabras, más allá de las dificultades que atravesemos y del temor que nos ocasionen, podemos confiar en que nuestro Padre celestial nos conduce como nosotros elegiríamos ser guiados si pudiéramos discernir los peligros tal como él los ve. Porque Jehová […] estará contigo, no te dejará ni te desamparará, puedes elegir hoy el camino de la fe. ¡No temas ni te intimides.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020 «Buena Medicina es el Corazón Alegre» Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Esther Jiménez