«El padre del justo siente gran alegría; el que engendra un hijo sabio se regocija» (Proverbios 23:24).
Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart, más conocido como Wolfang Amadeus Mozart, nació en Salzburgo (Austria) el 27 de enero de 1756. Su padre, Leopold Mozart, era un intérprete, compositor y maestro de música que supo ver las cualidades de su hijo y procurarle las condiciones necesarias para desarrollar sus virtudes musicales. Fue así como logró que Wolfang tocara el clavicordio a los tres años de edad, a pesar de que sus manos solo alcanzaban algo más de media octava, y a los cinco el niño bosquejó su primer concierto. Para lograrlo, Leopold impulsaba a su hijo a tocar varias horas al día, aunque también le daba tiempo para jugar como cualquier chiquillo.
Pronto se supo en Salzburgo de las grandes dotes del pequeño Mozart; su padre le organizó presentaciones en salones aristocráticos de la localidad, donde maravilló a los asistentes. En poco tiempo, Salzburgo le quedó pequeño. Así que el padre de Wolfang le organizó presentaciones en Italia y Francia, donde obtuvo grandes éxitos. ¿Cómo era posible que un niño ejecutara con tanta maestría algunas piezas musicales? No faltó quien sugirió que se trataba de brujería, ya que Wolfang usaba un supuesto anillo hechizado; pero durante una presentación se lo quitó y siguió tocando de manera excepcional el piano. Leopold Mozart se sentía muy orgulloso de ver cómo su hijo desarrollaba sus talentos y se sentía feliz cada vez que componía una nueva pieza musical. Wolfang Amadeus Mozart llegó a ser uno de los grandes músicos de la historia: compuso sinfonías, conciertos y sonatas para piano y violín, adagios, divertimentos, serenatas, marchas y óperas.
En este mundo hay seres extraordinarios que tienen la facultad de ver en un niño a un futuro científico, músico, ingeniero, empresario, escritor o predicador. Pueden ser tus propios padres, tus maestros, pastores, familiares o vecinos. De pronto te escuchan o te observan y te motivan a esforzarte porque vislumbran un gran futuro para ti. Pero los más maravillosos son aquellos que se dedican tiempo, dinero y esfuerzo, los que se empeñan en convencerte de lo lejos que puedes llegar si perseveras y aprovechas tus oportunidades. En realidad, son como ángeles que Dios envía a sus hijos para transmitirles confianza de valor en las luchas de vida.
Es muy probable que tengas a uno de esos ángeles muy cerca de ti y tal vez no te hayas dado cuenta. Pero ahí están, gozando de tus triunfos calladamente.
Pide al Señor que te ayude a ser una persona esforzada y a darles muchas alegrías a quienes tanto te aman.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Jóvenes 2020 «Una Nueva Versión de Ti» Por: Alejandro Medina Villarreal Colaboradores: Israel Esparza & Ulice Rodriguez