“DIOS ES GRANDIOSO NO SOLO PORQUE NO HAY NADA DEMASIADO GRANDE PARA ÉL; TAMBIÉN ES GRANDIOSO PORQUE NO HAY NADA DEMASIADO PEQUEÑO PARA ÉL». MARK BATTERSON
«En este pueblo vive un hombre de Dios que es muy famoso. Todo lo que dice se cumple sin falta. ¿Por qué no vamos allá? A lo mejor nos indica el camino que debemos seguir» (l Sam. 9:6).
Aquí hay una historia bíblica que apuesto a que nunca escuchaste. Está en el Antiguo Testamento, y sucedió el año antes de que el pueblo de Israel tuviera un rey. De hecho, esto ocurrió cuando estaban pidiendo un rey porque las naciones que los rodeaban tenían reyes, y ellos se sentían dejados de lado.
—¿Están seguros de que quieren un rey? —les preguntó el profeta Samuel-. Saben sobre los impuestos, ¿verdad?
Pero los israelitas insistieron. Para Samuel, era como tratar de convencer a alguien de no hacerse un tatuaje del que seguro se arrepentirá.
Aquí es cuando aparece Saúl en la Biblia, y me parece interesante leer lo que estaba haciendo cuando apareció. Estaba buscando las burras pérdidas de su padre. En esos días, los burros eran tan valiosos como los automóviles hoy.
Pero diferían de los autos en que podían alejarse por sí solos.
Saúl y su siervo revisaron colinas y valles por días, hasta que llegaron al punto de pensar que deberían volver antes de que su padre se comenzara a preocupar por ellos más que por las burras.
Entonces, su siervo le dijo:
—Mira, en esta ciudad hay un hombre de Dios, y él es un hombre honorable; todo lo que dice con seguridad sucede. Vayamos allí; quizás él pueda mostrarnos hacia dónde deberíamos ir.
—Bien dicho —respondió Saúl, y fueron a buscar la ayuda de Samuel.
Más adelante en la historia, el profeta le dijo a Saúl que ya otra persona había encontrado las burras, y él había estado esperando que Saúl apareciera para ungirlo como rey.
Lo que me parece asombroso de esta historia es que, cuando Saúl y su siervo acudieron a Dios para encontrar unas burras, Dios los ayudó. Él se preocupó por su problema aunque tenía todo un universo que dirigir. La próxima vez que te preguntes si tu problema es demasiado trivial para orar por eso, recuerda las burras pérdidas. Kim