Y dijeron: «¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?» Y lo oyó Jehová. NÚMEROS 12: 2
María y Aarón criticaron a Moisés, «el hombre más manso de la tierra». El nombre de María está primero y el verbo hebreo está en género femenino y en singular, lo cual quiere decir que fue María la que inició la crítica. No fue ni la primera ni la última crítica que recibió el varón de Dios, pero fue la que recibió la desaprobación divina de inmediato. ¿Por qué? Porque el Señor quería que sirviera como advertencia para el pueblo de Dios. El texto sagrado dice: » ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés? Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue» (Núm. 12: 8, 9).
María fue severamente castigada por Dios: quedó «leprosa como la nieve» (Núm. 12: 10). Dios dijo que el castigo que le daba era semejante al que recibía una hija cuando era reprendida severamente por su padre. Pero el castigo de María fue más grande: Dios «se fue» (12: 9) del campamento. María fue echada del campamento y «tan solo cuando quedó desterrada del campamento volvió el símbolo del favor de Dios a posarse sobre el tabernáculo» (Patriarcas y profetas, pp. 404, 405). Todo el pueblo de Israel se detuvo siete días en el mismo lugar para esperarla. Todos supieron la causa de su castigo. «Entonces, humillado hasta el polvo el orgullo de ambos, Aarón confesó el pecado que habían cometido» (ibíd., p. 404).
Comentando dicho incidente, Elena G. de White advierte: «El que impuso a ciertos hombres la pesada carga de ser dirigentes y maestros de su pueblo, hará a este responsable de la manera en que trate a sus siervos. Hemos de honrar a quienes Dios honró. El castigo que cayó sobre María debe servir de reprensión para todos los que, cediendo a los celos, murmuren contra aquellos sobre quienes Dios impuso la pesada carga de su obra» (ibíd., p. 406).
Si crees que tu dirigente ha cometido un error, díselo. Hazlo con oración, con humildad y constructivamente; cara a cara, nunca a sus espaldas. Dilo a la persona afectada, en privado, no en público. No lo compares con otras personas. No juzgues sus intenciones. Critica los hechos reales. Si no lo comprendes todo bien, no critiques. Procura ponerte en los zapatos de la persona criticada.
Si eres tú el criticado, sigue el ejemplo de Moisés. Si tienen razón, escúchalos. Si no, deja que Dios te defienda, a su tiempo y a su modo. Él hace mejor las cosas.
Tomado de: Lecturas Devocionales Familiares 2020
«Siempre Gozosos: Experimentando el amor de Dios»
Por: Juan O Perla
Colaboradores: José Luc & Silvia García