Hay una gran obra que hacer, y la viña del Señor necesita obreros. Deben entrar misioneros en los campos antes que estén obligados a cesar de trabajar. Hay ahora puertas abiertas por todos lados; los estudiantes no pueden aguardar hasta terminar largos años de preparación; porque los que no restan no son muchos, y necesitamos trabajar mientras dura el día…
Entiéndase que con estas palabras no digo nada que signifique despreciar la educación, sino que hablo para amonestar a los que están en peligro de llevar a extremos ilícitos lo que es lícito, y de dar demasiada importancia a la educación humana. Insistid más bien en el desarrollo de una experiencia cristiana, porque sin esta la educación del estudiante no tendrá valor (Consejos para los maestros, p. 400).
Como pueblo no estamos suficientemente despiertos ante el corto tiempo en el cual nos toca trabajar, y no entendemos la magnitud de la obra para este tiempo. La noche pronto viene, en la cual nadie puede obrar. Dios llama a hombres y mujeres que tengan las cualidades necesarias ‑consagración a la voluntad divina y fervor en el estudio de las, Escrituras‑; para hacer su obra especial en estos últimos días. El llama ahora a hombres que puedan trabajar. A medida que se empeñan en la tarea con sinceridad y humildad para hacer todo lo que puedan, obtendrán una experiencia más completa. Tendrán un conocimiento mejor de la verdad y de los métodos para alcanzar a las almas y ayudarlas, precisamente cuando necesitan ser ayudadas. Se necesitan obreros ahora, ahora mismo, para trabajar por Dios. Los campos ya están blancos para la siega, y sin embargo los Obreros son pocos (Notas biográficas de Elena G. de White, p. 234).
Lejos y cerca, no solo entre los jóvenes sino entre los de cualquier edad, hay almas sumidas en la pobreza, la angustia y el pecado, abrumadas por un sentimiento de culpabilidad. Es obra de los siervos de Dios buscar estas almas, orar con ellas y por ellas, y conducirlas paso a paso al Salvador.
Pero los que no reconocen los requerimientos de Dios no son los únicos que viven angustiados y necesitados de ayuda. En el mundo actual, donde predominan el egoísmo, la codicia y la opresión; muchos de los verdaderos hijos de Dios sufren necesidades y aflicción. En lugares humildes y miserables rodeados de pobreza, enfermedad y culpabilidad, incontables son los que soportan pacientemente su carga de dolor y tratan de consolar a los desesperados y pecadores que los rodean. Muchos de ellos son casi desconocidos para las iglesias y los ministros; pero son luces del Señor que resplandecen en medio de las tinieblas. El Señor los cuida en forma especial e invita a su pueblo a ayudarlos a aliviar sus necesidades. Dondequiera que haya una iglesia, debe buscarse con atención especial esta clase de personas y atenderla (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 257).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2020.
3er. trimestre 2020 “HACER AMIGOS PARA DIOS”
Lección 10: «UNA FORMA APASIONANTE DE PARTICIPAR»
Colaboradores: Rosalyn Angulo & Esther Jiménez