«SUEÑO CON QUE MIS CUATRO HIJOS VIVAN UN DIA EN UN PAÍS EN EL QUE NO SERÁN JUZGADOS POR EL COLOR DE SU PIEL, SINO POR LOS RASGOS DE SU PERSONALIDAD». MARTIN LUTHER KING
«Pedro tomó la palabra, y dijo: ‘Ahora comprendo que en realidad para Dios no hay favoritismos, sino que en toda nación él ve con agrado a los que le temen y actúan con justicia'» (Hech. 10:34, 35).
Cuando llegaron los primeros colonos británicos a las costas de Norteamérica, vieron inmediatamente que eran muy diferentes de los nativos que poblaban esa tierra. Y supusieron que, porque eran diferentes, ellos eran mejores. Ahí fue donde comenzó la larga historia de racismo en las colonias. Aunque los nativos norteamericanos salvaron a los colonos de morir de hambre esos primeros años, fueron amenazados y asesinados por causa del preconcepto que albergaban los británicos de que eran «salvajes» inferiores.
Más tarde, llegaron los alemanes. Benjamin Franklin, que se enorgullecía demasiado de ser inglés, dijo que los inmigrantes alemanes «generalmente son del tipo más ignorante y estúpido». Entonces, dijo palabras groseras en cuanto al color de su piel, que él decidió que no era tan blanca y rosada como la suya.
Cuando llegaron los irlandeses, los alemanes y los ingleses los menospreciaron como borrachos violentos. Cada nuevo grupo de inmigrantes que llegaba a los Estados Unidos (chinos, italianos, judíos, polacos) era recibida con insultos y difamaciones racistas.
A los africanos les tocó lo peor. Incluso después de ser liberados de la esclavitud, no se les permitía votar; ni siquiera podían beber agua de las mismas fuentes que los estadounidenses de piel blanca.
Tal día como hoy pero de 1963, los afroamericanos llegaron a la capital del país para protestar por la manera en que eran tratados. Mirando a un mar de doscientas mil personas, Martin Luther King pronunció uno de los discursos más famosos de la historia. Hizo un llamado a luchar por la igualdad sin resentimiento ni violencia. Al final del discurso, expresó su fe en palabras que nunca han sido olvidadas: «Sueño con que mis cuatro hijos vivan un día en un país en el que no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad».
Hoy, ese sueño se hace realidad cuando los niños de todos los colores juegan juntos. Nos estamos acercando un poquito más al cielo, lugar donde se les dará la bienvenida a todas las razas. Kim