Dios acusa a Babilonia “porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación”. Dios hizo el mundo en seis días y descansó en el séptimo. Así santificó ese día y lo puso aparte de todos los otros como santo para él, para ser observado por su pueblo a través de todas sus generaciones. Pero el hombre de pecado, ensalzándose por encima de Dios, sentándose en el templo de Dios y haciéndose pasar por Dios, pensó en cambiar tiempos y leyes. Este poder, pensando demostrar que no solo era igual a Dios, sino superior a Dios, cambió el día de reposo colocando el primer día de la semana donde debiera estar el séptimo. El mundo protestante ha tomado a este hijo del papado para que se lo considere como sagrado. En la Palabra de Dios esto es [108] llamado la fornicación de la mujer. Apocalipsis 14:8. —Comentario Bíblico Adventista 7:990 (1900). Durante la dispensación cristiana, el gran enemigo se la felicidad del hombre hizo al sábado del cuarto mandamiento objeto de ataques especiales. Satanás dice: “Obraré en forma contraria a los propósitos de Dios. Daré a mis secuaces poder para desechar el monumento de Dios, el séptimo día, como día de reposo. Así demostraré al mundo que el día santificado y bendecido por Dios fue cambiado. Ese día no vivirá en la mente del pueblo. Borraré su recuerdo. Pondré en su lugar un día que no lleva las credenciales de Dios, un día que no puede ser una señal entre Dios y su pueblo. Induciré a los que acepten este día a que lo revistan de la santidad que Dios dio al séptimo día”.—La Historia de Profetas y Reyes, 136 (1914).