El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. ECLESIASTÉS 1 2 : 13
Una de las mayores tragedias de nuestra civilización es la mentalidad de vivir sin temor de Dios. Como si se tratase de un tatuaje indeleble, encontramos por doquier el lema: «Temor no». Se procura eliminar toda norma, todo límite, todo lo que restrinja la «libertad» de hacer lo que se desea. En otras palabras, lo que se promueve es pecar sin temor. ¿Cuál es la causa de esa mentalidad? ¿Por qué se procura eliminar el temor de Dios?
La respuesta a las anteriores preguntas es bien sencilla. Es esta: Porque tenemos ideas erróneas acerca de la naturaleza de Dios. Hemos perdido el sentido de su santidad. La grandeza del Todopoderoso y su carácter santo, que inspira reverencia, han sido sustituidos por la imagen de un «buen amigo», con quien podemos bromear y a quien podemos chocar la mano. Hoy se menciona muy poco la santidad de Dios, que es uno de los principales atributos de su carácter. Muchos consideran a Dios como un amigo contemporáneo, a quien podemos dar y de quien podemos recibir palmaditas en la espalda.
El patriarca Job no consideraba a Dios de esta manera. Él dijo: «Por tanto, me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza» (Job 42: 6). Y el vidente de Patmos, el apóstol Juan, al recibir una visión del Hijo de Dios, exclamó: «Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome:.No temas; yo soy el primero y el último» (Apoc. 1: 17).
Los cristianos, y la iglesia en general, perciben cada vez menos la santidad de Dios. Por lo tanto, se está perdiendo el conocimiento de lo que significa caminar en el temor del Señor. Se necesita temor de Dios para estar presente puntualmente en los cultos de la casa del Señor. Se requiere temor de Jehová para no retener los diezmos y entregarle ofrendas de gratitud. Es necesario temer a Jehová para no profanar el santo sábado. Solo quien teme a Dios puede ser fiel a la mujer de su juventud. Únicamente quienes temen a Dios pueden cumplir la gran comisión de predicar el evangelio de la salvación. Hace falta temor de Jehová para dejar la mentira en todas sus formas. Solo quienes temen a Jehová obedecen fielmente lo que el Señor ordena en su Palabra.
¿Hace falta temor de Jehová en tu vida? ¿En tu lugar de trabajo? ¿En tus momentos de soledad? ¿En tus pensamientos? Teme a Dios, porque la hora de su juicio ha llegado.
Tomado de: Lecturas Devocionales Familiares 2020 «Siempre Gozosos: Experimentando el amor de Dios» Por: Juan O Perla Colaboradores: José Luc & Silvia García