Andrea sabía que no podía jugar con aquel jarrón de cristal.
Pero ahora estaba hecho pedazos en el suelo.
Rápidamente, inventó una historia que el gato se había subido a la estantería y había empujado el jarrón. Eso fue lo que le contó a su madre. Sin embargo, esa noche, mientras estaba en su cama, no conseguía dormir, pues solamente pensaba en que había actuado mal. Entonces, se levantó y fue al dormitorio de su madre a contarle la verdad. Después, volvió a su cama y, a los pocos minutos, se durmió.
¿Y yo?
¡Qué bueno es ir a la cama relajado, sin culpas ni enojo!
Mi oración para hoy
Señor, ayúdame a no culpar a otros por los errores que yo he cometido.
En la Biblia leemos:
«Si os enojáis, no pequéis. No dejéis que el sol se ponga estando aún enojados» (Efesios 4: 26, NVI)