En toda ciudad grande debiera haber cuerpos de obreros organizados y bien disciplinados; no meramente uno o dos, sino veintenas, dispuestos a trabajar…
Se me ha mostrado que en nuestro esfuerzo por instruir a las gentes de las ciudades grandes, la obra no ha sido también organizada ni los métodos de trabajo tan eficientes como los de otras iglesias que no tienen la gran luz que nosotros consideramos tan esencial. ¿Por qué es esto?…
Debe darse más importancia a la educación y preparación de misioneros con énfasis especial en la obra en las ciudades. Cada grupo de obreros necesita estar bajo la dirección de un líder competente, y siempre hay que mantener delante de ellos el deber de ser misioneros en el más alto sentido del término. Tal labor sistemática, conducida en forma adecuada, producirá resultados benditos (El ministerio médico, pp. 399, 400).
Que se organicen ahora en forma rápida grupos que salgan de dos en dos y trabajen con el Espíritu de Cristo, siguiendo sus planes. Aunque algunos Judas puedan introducirse en las filas de los obreros, el Señor cuidará de la obra. Sus ángeles irán por delante y prepararán el camino. Antes de este tiempo, toda ciudad grande debió haber escuchado el mensaje probatorio y miles debieron haber sido confrontados con el conocimiento de la verdad. Despertad a las iglesias, sacad la luz de debajo del almud (El ministerio médico, p. 402).
Se debe realizar un trabajo especial en las ciudades por donde la gente pasa constantemente. Cristo dedicó mucho tiempo a trabajar en Capernaum porque era una ciudad frecuentada constantemente por viajeros que muchas veces permanecían en ella durante varios días.
Cristo buscaba a la gente dondequiera que se hallaban y presentaba delante de ellos las grandes verdades relativas a su reino. Mientras iba de un lugar a otro, bendecía y consolaba a los sufrientes y sanaba a los enfermos. Esta es nuestra obra. Grupos pequeños deben salir a realizar el trabajo que Cristo les encomendó a sus discípulos. Mientras trabajan como evangelistas pueden visitar a los enfermos, orar por ellos y, si la ocasión se presenta, darles tratamientos, no con medicinas, sino con los remedios que la naturaleza provee (Consejos sobre la salud, p. 501).
A los que aceptan la teoría de la verdad debe instárseles a ver la necesidad de la religión experimental. Los ministros deben mantener su propia alma en el amor de Dios, y luego, inculcar a la gente la necesidad de una consagración individual, una conversión personal. Todos deben obtener una experiencia viva para sí mismos; deben tener a Cristo entronizado en el corazón, su Espíritu debe controlar los afectos, o la profesión de fe no tendrá valor y la condición de las personas será aún peor que si nunca hubiesen oído la verdad.
Deben hacerse para los pequeños grupos que aceptan la verdad arreglos tales que aseguren la prosperidad de la iglesia. Puede designarse a un hombre para que dirija durante una semana o un mes, luego a otro dirigente durante algunas semanas; y así diferentes personas serán alistadas en la obra (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp 582, 583).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2020.
3er. trimestre 2020 “HACER AMIGOS PARA DIOS”
Lección 10: «UNA FORMA APASIONANTE DE PARTICIPAR»
Colaboradores: Rosalyn Angulo & Esther Jiménez