Que todos tomen el tiempo necesario para realizar cuidadosas consideraciones para que no sean como el hombre de la parábola que comenzó a edificar y luego fue incapaz de terminar. No debe realizarse ningún movimiento sin considerar cuidadosamente ese movimiento y sus resultados; todo debe ser tenido en cuenta. Puede haber personas que se apresuran a hacer una cosa, y que se comprometen en negocios acerca de los cuales no saben nada.
Dios no requiere que se haga esto. No se haga nada en forma desordenada para que no se produzcan grandes pérdidas ni se sacrifiquen las propiedades a causa de discursos ardientes e repulsivos que despiertan un entusiasmo que no está de acuerdo con la voluntad de Dios; para que una victoria que es esencial que se obtenga no se convierta en derrota por falta de una moderación sensata, de proyectos adecuados, de principios sólidos y de propósitos definidos.2 —Mensajes Selectos 2:415-416 (1893)