El Señor va a salir de su palacio para castigar por sus pecados a los habitantes de la tierra, y la tierra no ocultará más sus víctimas sino que dejará ver los crímenes cometidos en ella. Isaías 26:21.
De niños, en muchas de nuestras escuelitas de iglesia nos enseñan a cantar un cantito cuya letra dice así: «Somos soldaditos siervos del Señor. ¡Pam, para ram, pam, pam, pam!… Y ganaremos la victoria con Jesús». Es apenas una canción con una metáfora, pero lamentablemente existen muchos niños en el mundo para los cuales esto no es en absoluto una metáfora, sino una realidad; estoy hablando de los niños soldado. Sí, son soldados de verdad, por más que resulte imposible creerlo. En un mundo en el que la mayoría de los países protegen ese concepto moderno denominado «derecho de los niños», se desarrollan cruentas guerras en las que ellos son protagonistas.
Actualmente, y según datos de UNICEF, hay más de 300,000 niños soldado en los distintos conflictos armados que se desarrollan en el mundo. Para todos estos niños y niñas, la guerra es real, no un juego; y ellos son combatientes, bien sea portando armas y disparando, sirviendo como mensajeros, protagonizando ataques suicidas, o trabajando como cocineros y esclavos sexuales (particularmente las niñas). ¿Cómo han llegado a esa situación? Por varios caminos: porque alguien los secuestró; porque sus familias eran muy pobres y ofrecieron llevarse a sus hijos y darles comida; por cuestiones de los tratos… Lo cierto es que estos niños se ven obligados a presenciar escenas terribles que generan en ellos traumas para toda la vida (si es que no pierden la vida).
¡Cuán deteriorado está nuestro mundo! Ya las Escrituras nos lo habían anunciado. Y también nos consuelan al hacernos saber que llegará el momento en que todo esto termine de una vez. Con la razón y la justicia de su lado, Jehová castigará a los moradores de la tierra… y la tierra no encubrirá más sus muertos, «porque él juzga rectamente y con verdad» (Apoc. 19:2). Por fin, llegará un momento en que se castigará a la humanidad por sus actos despiadados de violencia contra tantos inocentes. Si a nosotras nos duele ver cómo un niño es utilizado, explotado, maltratado y enviado al frente de batalla, imagina cuánto más le dolerá a Dios.
Señor, ayúdanos a ser sensibles con las terribles realidades sociales del mundo y gracias porque pronto traerás salvación y liberación.