«Si el Señor se agrada de nosotros, nos hará entrar en ella. ¡Nos va a dar una tierra donde abundan la leche y la miel! Así que no se rebelen contra el Señor ni tengan miedo de la gente que habita en esa tierra. ¡Ya son pan comido! No tienen quién los proteja, porque el Señor está de parte nuestra. Así que, ¡no les tengan miedo!» (Núm. 14:8, 9).
Era un día espectacular en la playa para Roland. El sol brillaba: el agua estaba tibia. Llevó su tabla de boogie hacia las olas, teniendo cuidado de no atropellar a la gente en la zona de menor profundidad.
Entonces tuvo una idea, aunque no sé si fue una buena idea. Lo cierto es que no la recomiendo; yo solo estoy contando lo que sucedió. Con las gafas de nadar puestas, fue hasta donde el agua le llegaba a la cintura. Entonces, se sumergió hasta el fondo, en dirección a un grupo de gente. A través del agua turbia, vio una pierna. Rozó su brazo contra ella y se fue nadando bajo el agua.
-¡Hay algo allí abajo! -exclamó un adolescente.
-¿Es un caracol? -preguntó una chica.
-¡No! —respondió él.
-¿Son algas? —sugirió ella.
-¡No! Espero que haya sido la pierna de alguien.
Roland nadó hacia otro grupo de gente que jugaba con una pelota. Debajo del agua rozó la pierna de una mujer. Ella gritó y exclamó:
—¡Yo me voy! ¡Hay algo en el agua!
—Vuelve —le rogaron sus amigos.
-Ni loca —dijo ella mientras corría hasta la orilla.
Roland estaba maniobrando por el fondo y acercándose a diferentes grupos de nadadores cuando alguien lo pisó. Otro grito.
—¡Acabo de pisar un cuerpo! —gritó una chica.
No sé por qué inmediatamente se imaginó un cadáver, pero así fue. Me parece que es lo mismo que imaginar un tiburón debajo del agua turbia, cuando todo lo que hay es un adolescente haciendo travesuras.
Cuando Dios llevó a los israelitas a la frontera de la Tierra Prometida, ellos vieron ciudades fortificadas y gigantes, y se imaginaron lo peor.
«¿Para qué nos ha traído el Señor a esta tierra? ¿Para morir atravesados por lá espada…?», se quejaron (Núm. 14:3).
Porque sus miedos los hicieron huir, se perdieron la Tierra Prometida. No dejes que los miedos te alejen de donde Dios quiere que vayas. Kim