Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su Último estado viene a ser peor que el primero. 2 Pedro 2:20.
La carencia de droga o de conducta adictiva provoca diversos síntomas incómodos. Muchas veces son tales dolencias las que empujan a la recaída. Otras veces, es la propia debilidad personal la que acaba cediendo y abriendo el camino hacia una nueva etapa de la adicción, algo más profundo, y más difícil de salir, como nos dice Pedro, un postrer estado que viene a ser peor que el primero.
Lyndon B. Johnson, presidente de los Estados Unidos de 1963 a 1969, jugó un papel primordial en los múltiples desafíos de aquellos años que enfrentaba su país: la guerra del Vietnam, la guerra fría, la lucha por los derechos civiles de la población afroamericana. Según sus biógrafos, Johnson fue un hombre con una disciplina férrea que trabajaba jornadas intensas de dieciocho horas sin pausa alguna. Pero al mismo tiempo, era un adicto a la nicotina que fumaba sesenta cigarrillos diarios hasta que sufrió un severo ataque cardíaco, que puso en riesgo su vida. Los médicos le aconsejaron abandonar los cigarrillos y así lo hizo durante catorce años. Pero cuando Richard Nixon lo derrotó en las elecciones, su larga pausa con el cigarrillo llegó a su fin. El día de su salida de la Casa Blanca, en el vuelo de regreso a su rancho de Texas, tomó un cigarrillo para fumarlo. Su hija que viajaba con él quiso impedírselo, pero Johnson replicó:
‑¡No! He criado a mis hijas, he sido el presidente ¡y ahora me toca a mí!
Volvió al vicio. Así que exactamente cuatro años después sufrió otro ataque cardíaco que acabó con su vida a sus sesenta y cuatro años de edad.
Uno de los pensamientos más aterradores para los que han estado sujetos a cualquier adicción es la recaída. Por ello, los programas de rehabilitación contienen siempre un fuerte componente de prevención de recaídas, pues acaban empujando al sujeto a una situación aún más difícil de enfrentar. La mayoría de tales programas reconocen la importancia de apoyarse en Dios. La recaída no solo se refiere a la vuelta a las adicciones propiamente dichas. Puede referirse a rasgos indeseables de nuestro carácter, pensamientos, actitudes, palabras y costumbres.
Al final de su última epístola, Pedro concluye con la auténtica solución: «Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 Pedro 3: 18). Solo una relación íntima y permanente con el Señor Jesús puede mantenernos libres de recaídas.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020 «Buena Medicina es el Corazón Alegre» Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Esther Jiménez